El mercado del esmalte permanente ha sido criticado durante años, no obstante, ahora es cuestionado por polémicas que incluyen riesgos de cáncer e infertilidad.
Recientemente la Unión Europea (UE) tras investigaciones, prohibió su uso desde el 1 de septiembre de 2025. Este paso firme en la protección de la salud del consumidor, como era de esperarse, ha ampliado las dudas.
En este artículo analizaremos la realidad detrás del uso de los esmaltes permanentes y los detalles de la reciente investigación que desató alarmas en todo el mundo.
Esmalte de uñas: Su origen.
El origen está atribuido a muchas civilizaciones de nuestro pasado, entre ellas; Egipto, Grecia, China y Roma. En Egipto, por ejemplo, el esmalte de uñas era usado por miembros de la familia real cerca del año 3500 a.c.
Según estudiadores, reinas como Cleopatra y Nefertiti usaban colores brillantes como el rojo y rubí. Algo similar ocurría en la cultura China 500 años atrás, donde las mujeres usaban el color de sus uñas para demostrar su estatus social.
En Grecia y Roma la acción de «decorar las uñas» con esmaltes tenía el mismo significado. Los primeros esmaltes de uñas para estas civilizaciones se consiguieron gracias a la mezcla de cera, gelatina y pigmentos naturales. Estos pigmentos eran extraídos de plantas y minerales como la pimienta y el oro.
El esmalte de uñas se popularizo formalmente en el siglo XIX, en Europa. El primer esmalte moderno se inventó en 1830 a base de cera, goma laca y pigmentos. Aunque significó un avance, había un problema, no era duradero.
No fue sino hasta 1917, cuando Michael Martens, químico francés, desarrolló una formula mejorada; más duradera y con colores más intensos. Desde ese momento el esmalte de uñas se hizo popular en todo el mundo.
El invento que se convirtió en arte.
Si bien es cierto, los inicios de los esmaltes de uñas estuvieron ligados a la demostración de poder y status, en la actualidad es considerado un arte. Tanto el diseño como sus colores reflejan los gustos, personalidad y creencias de quienes lo usan.
Aunque el mercado en su mayoría está dirigido a mujeres, muchos hombres pintan sus uñas con diversos colores sin temor a prejuicios sociales. Antes se acudía a un salón para elegir colores, ahora, los usuarios se toman su tiempo para elegir «las uñas perfectas» según su actividad, evento e incluso su estado de ánimo.
El diseño de uñas en la actualidad tiene toda una gama: pintado tradicional, uñas permanentes, semipermanentes, acrílicas, rubber, polygel, entre otras. Sin embargo, mientras muchos celebran los avances, el mercado se interesa solo por los números.
Esto ha llevado a que la industria se adapte a las nuevas tendencias en colores, diseños, aplicaciones y mucho más. Dejando de lado la importancia de comercializar productos que no impliquen riesgo a los consumidores.
La reciente prohibición de la Unión Europea de la sustancia TPO (usada como fotoiniciador en esmaltes de uñas semipermanentes) activó alarmas en miles de consumidores. Dicha medida fue justificada baja evidencias de toxicidad potencial, pero ¿qué de cierto hay en esa investigación?
La investigación que alertó a la industria de la belleza.
Hasta 2015 los estudios científicos disponibles indicaban que los geles endurecidos en luz ultravioleta (UV) hasta un 5%, no significaban un riesgo para la salud. No obstante, una investigación reciente pone en duda este hecho.
La decisión de la Unión Europea de prohibir la sustancia TPO (trimetilbenzoil difenilfosfina óxido), estuvo fundamentada en dicha investigación. Según lo indicado por la comisión, un grupo de científicos estudió el impacto de esta sustancia en animales.
💅From 1 Sept 2025, the use of Trimethylbenzoyl Diphenylphosphine Oxide (TPO) in cosmetic products such as gel nails is prohibited in the EU🚫
👉Clarify for yourself the key questions around this actionhttps://t.co/TmRZFIkNhT pic.twitter.com/5cIP1zOzXY— EU Commission in Ireland (@eurireland) August 29, 2025
Poco después, se evidenció que los animales mostraban problemas de fertilidad a largo plazo, razón por la cual se emitió una alerta a las autoridades para tomar medidas de precaución. El químico TPO se clasificó como una sustancia CMR 1B, categoría que incluye elementos potencialmente tóxicos, cancerígenos y mutagénicos para la reproducción.
Desde la implementación de esta regulación, todos los productos cosméticos que lo contengan están prohibidos en la UE, incluso si ya fueron adquiridos. Salones de belleza y distribuidores deben desechar cualquier stock con TPO y optar por fórmulas alternativas.
Reacciones: Entre precaución y alarma.
La normativa busca proteger especialmente a las personas que trabajan a diario con estos productos, como manicuristas, bajo el principio precautorio. Aunque el riesgo directo para los usuarios ocasionales sea bajo, el potencial peligro justifica la prohibición.
Expertos, como la bióloga Amparo Violero, destacan que «no hay evidencia de que el TPO sea cancerígeno para quienes usan esmalte semipermanente en condiciones normales, ya que su absorción es mínima». Además, resaltan que pese a las pruebas en animales aún no hay pruebas en humanos.
Se trata más bien, dicen, de una decisión regulatoria que prioriza la seguridad por sobre la evidencia real de consumo. En este sentido, las manicuras seguirán disponibles, pero sin TPO, que será reemplazado por otros como TPO‑L u otros compuestos seguros.
¿Exceso regulatorio o protección legítima?
La industria de la belleza ya reporta avances en la reformulación de sus productos para adaptarse a las normativas. En este caso vemos como la UE refuerza su reputación de regulador riguroso: cuando una sustancia muestra potencial peligro, actúa rápido, antes de que se confirme el daño real.
Y aunque en países como EE.UU. aún no se discute una medida similar (debido a criterios más centrados en evidencia humana directa), el cambio europeo podría incidir sobre el mercado global.
El conocimiento sobre la realidad de esta sustancia permite a las autoridades, industrias, manicuristas y consumidores actuar. Una vez implantada la duda, la búsqueda de la verdad debe ser prioridad para cada una de las partes involucradas.