La palabra leucovorina (ácido folínico) ha saltado del ámbito oncológico a la conversación pública sobre autismo. ¿La promesa? Mejoras medibles en comunicación verbal y conducta en un grupo de niños con déficit de folato cerebral.
La noticia por supuesto llena de esperanza a miles de familias pues hasta el momento los ensayos controlados ofrecen señales de eficacia. Sin embargo, la ciencia pide prudencia, debido a la falta de estudios más grandes y protocolos estandarizados.
Leucovorina: ¿Qué es y para qué sirve?
La leucovorina o ácido folínico (derivado del folato), es un coadyuvante que se usa como medicamento para combatir los efectos tóxicos del metotrexato, usado en quimioterapia de cáncer y tratamientos oncológicos.
A diferencia del ácido fólico comercial (sintético), que suele encontrarse, por ejemplo, en medicamentos para embarazadas y debe pasar por un proceso enzimático para su absorción, el ácido folínico se absorbe en el cuerpo de manera fácil. También se usa en tratamientos para la deficiencia de folato cerebral y para disminuir el efecto tóxico en altas dosis de antibióticos como trimetoprim y la pirimetamina.
Folato y cerebro: ¿Cómo funciona en niños con autismo?
El folato es una vitamina del grupo B9 que incluye varias formas de folato, un componente esencial para la síntesis de la mielina (sustancia blanca cerebral), la síntesis de purinas, neurotransmisores, metabolismo de diversos aminoácidos y otras funciones importantes.
En algunos niños con autismo los autoanticuerpos contra el receptor alfa del folato (FRα) bloquean el paso del 5-MTHF o metiltetrahidrofolato, al sistema nervioso provocando un déficit de folato cerebral, lo que repercute en su funcionamiento neurológico.
Recientemente, en estudios científicos se comprobó que la leucovorina puede puentear ese bloqueo y restaurar la disponibilidad de folato en el cerebro. Esta hipótesis cuenta con biomarcadores FRAA (moléculas biológicas) y con literatura clínica en expansión. De hecho, los niños FRAA-positivos tienden a responder mejor al tratamiento, un dato que guía la selección de candidatos y el diseño de estudios.
¿Qué dicen los ensayos?: Mejoras en el lenguaje
- Ensayo doble ciego (12 semanas): niños con TEA (trastorno del espectro autista) y alteraciones del lenguaje tratados con leucovorina a dosis altas (2 mg/kg/día, máx. 50 mg) mostraron mejoras significativas en comunicación verbal frente a placebo, particularmente si eran FRAA-positivos.
- RCT 2024 (24 semanas): folínico oral (2 mg/kg/día, máx. 50 mg) más terapia estándar mejoró la severidad del TEA, el beneficio fue mayor en títulos altos de FRAA y sin eventos adversos relevantes.
- Estudios 2025: sugiere mejoras en reciprocidad social y que ciertos polimorfismos (como el MTHFR/MTRR) podrían asociarse a una buena tolerabilidad, metaanálisis respaldan la plausibilidad biológica y señalan señales de eficacia, a la vez que reclaman ensayos multicéntricos más largos.
Dosis, seguridad y efectos secundarios
- Rangos usados en RCTs: 2 mg/kg/día (máx. 50 mg/día), a menudo en 2 tomas. Algunos protocolos titulan desde 5 mg/12 h y aumentan gradualmente. No se automedique, la pauta debe ser médica y personalizada.
- Seguridad: varios estudios no hallaron diferencias significativas de eventos adversos frente a placebo; cuando aparecen, suelen ser transitorios y leves (hiperactividad/agitabilidad inicial, cefalea, insomnio o molestias). En combinaciones u otras series se han descrito empeoramiento conductual en un pequeño porcentaje.
- Puntos de prudencia: como cualquier fármaco, la leucovorina puede tener riesgos como reacciones de hipersensibilidad muy infrecuentes. En oncología, a dosis altas o en combinación con quimioterapia, se listan otros efectos que no son extrapolables a los regímenes pediátricos usados en TEA.
¿Para quién podría ser útil la leucovorina?
El patrón emergente sugiere mayor probabilidad de respuesta cuando hay FRAA positivos o evidencia de CFD, alteraciones genéticas en la vía del folato (MTHFR/MTRR) y retraso del lenguaje prominente.
No obstante, esto no convierte a la leucovorina en “cura del autismo”. El objetivo es mejorar dominios concretos (lenguaje, reciprocidad), sumándose a terapias conductuales (ABA, logopedia) y a abordajes educativos.
Donald Trump y su anuncio sobre el autismo
«Vamos a tener uno de los anuncios más grandes, realmente, médicamente, creo, en la historia de nuestro país», dijo el presidente Trump el domingo por la noche, refiriéndose a una conferencia de prensa programada para este lunes por la tarde. Según su administración el autismo estaría vinculado con el uso del analgésico Tylenol, también conocido como acetaminofén, durante el embarazo.
Este sería uno de los muchos movimientos donde cuestiona la ciencia de los medicamentos de uso común, desde las vacunas hasta los medicamentos abortivos. Aunque muchos creen que se trataría de un esfuerzo para promover una agenda política, lo cierto es que en Estados Unidos desde el 2020, uno de cada 36 niños presenta trastorno del espectro autista (TEA).
Guía práctica (orientativa) para familias
Si usted desea implementar este medicamento al tratamiento de algún familiar con autismo es importante que hable con sus especialistas en neuropediatría y psiquiatría infantil. Además, por favor considere lo siguiente:
- Realizar pruebas de FRAA o marcadores de CFD cuando estén disponibles.
- Si se indica el tratamiento, debe ser gradual, con un respectivo seguimiento de conducta y sueño, así como registros de objetivos funcionales (palabras espontáneas, turnos conversacionales, tiempo de atención).
- Mantener terapias del habla/ocupacionales. El fármaco no las sustituye, puede potenciarlas.