Río de Janeiro vivió los días más mortíferos de su historia reciente tras una redada contra el Comando Vermelho en los complejos de favelas de Alemão y Penha, lanzada el 28 de octubre de 2025.
La operación, con unos 2.500 agentes y apoyo de blindados y helicópteros, dejó más de 100 muertos y decenas de arrestos, superando el precedente de Jacarezinho (2021) y desatando condenas de la ONU y organizaciones de derechos humanos.
¿Cuándo empezó y cómo se gestó?
El operativo comenzó la madrugada el 28 de octubre, tras meses de investigación y con órdenes de captura contra líderes del Comando Vermelho en al menos 26 comunidades del norte de la ciudad.
Las autoridades la presentaron como un golpe para frenar la expansión del cartel y “retomar” territorios estratégicos próximos al aeropuerto internacional. Los primeros partes oficiales hablaban de al menos 60 fallecidos y 81 detenidos con 93 fusiles incautados.
Con el paso de las horas, el conteo se actualizó al alza mientras aparecían cuerpos en áreas boscosas aledañas. Para el 29 de octubre, fuentes estatales y la Defensoría Pública elevaron el saldo a 119 muertos, incluidos cuatro policías.
¿Cómo avanzó el operativo? tácticas, despliegue y combates
La redada combinó cerrojos perimetrales, unidades de operaciones especiales (BOPE/CORE) y el ingreso simultáneo a múltiples sectores, con emboscadas en zonas boscosas que los mandos describieron como “corredores de escape” de los sospechosos.
Hubo intercambios intensos de fuego y el uso de drones con artefactos explosivos por parte de la facción criminal, además de barricadas y buses incendiados para bloquear vías.
El gobierno estatal calificó la jornada como “guerra” contra el narcoterrorismo, mientras escuelas, hospitales y el transporte se vieron interrumpidos en amplias zonas de la ciudad. Críticos señalaron daños extensos y fuerza letal desproporcionada en barrios pobres y de mayoría negra.
Afectación por territorio y víctimas
Complejo de la Penha
El epicentro de los combates y del hallazgo posterior de decenas de cuerpos en áreas de matorral; vecinos y equipos forenses improvisados organizaron la recogida de cadáveres en calles y plazas.
Complejo do Alemão
Hubo tiroteos prolongados y cierre de comercios; se incautaron armas largas y cientos de kilos de drogas.
Interrupciones urbanas
Suspensión de clases y servicios públicos, rutas bloqueadas y daños a infraestructura.
Hasta la mañana de este miércoles, 30 de octubre los reportes indican una cifra de fallecidos de entre 119 a 132, de estos, 115 a 128 serían presuntos miembros de la facción y 4 policías.
Hay cerca de 100 heridos y más de 80 arrestos. Como parte de la evidencia incautada se informan 118 armas y 500 kg de drogas incautadas en total.
Reacciones políticas y de derechos humanos
El gobernador Cláudio Castro defendió la intervención como “exitosa” y necesaria frente al control territorial del Comando Vermelho. Desde Brasilia, el gobierno de Lula da Silva expresó “horror” y preocupación por la escala letal, pidiendo coordinación e inteligencia más que “fuerza bruta”.
Organismo de derechos humanos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y ONGs solicitaron investigaciones independientes sobre posibles ejecuciones y el uso excesivo de la fuerza.
En barrios afectados, familias denunciaron ejecuciones sumarias y mal manejo de cuerpos, sin embargo, las autoridades replican que los fallecidos eran criminales armados abatidos en enfrentamientos.
La búsqueda de soluciones por medios de guerra
La letalidad sin precedentes confirma que la lógica de incursión masiva en favelas tiene rendimientos decrecientes. Exhibe capacidad de fuego del Estado, pero no resuelve la financiación, corrupción y captura territorial que sostienen al crimen.
Investigar con rigor lo ocurrido, incluido el hallazgo de cuerpos fuera del teatro de operaciones, es imprescindible para legitimar cualquier estrategia de seguridad. Sin inteligencia financiera, política social urbana y reforma policial, Río corre el riesgo de normalizar la excepción sin reducir la violencia.