Estados Unidos y Somalia una relación marcada por desprecio, guerra y abandono 

Estados Unidos en Somalia ha dejado una huella marcada por intervenciones militares, bombardeos, recortes de ayuda y declaraciones de desprecio. Analizamos el contexto, la historia y el impacto real de la política estadounidense en uno de los países más pobres del mundo.

El mundo quedó sorprendido esta semana cuando el presidente de Estados Unidos arremetió contra los somalíes durante una reunión en la Casa Blanca.

Sus palabras, llamando a Somalia un país que “apesta” y calificando a sus migrantes como “basura”, encendieron un debate global sobre racismo, poder y política exterior. Pero esta no es la primera vez que Washington dirige ataques contra el país del Cuerno de África.

Más allá del insulto público, existe una historia larga y violenta de bombardeos, operaciones encubiertas, intervenciones fallidas y recortes de ayuda que han moldeado la realidad de Somalia durante más de tres décadas.

En esta nota analizamos cuál es la situación actual en Somalia, y sobre todo qué papel ha tenido Estados Unidos en el colapso, militarización y sobrevivencia de uno de los países más empobrecidos del planeta.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, arremetió al país somalí con fuertes declaraciones.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, arremetió al país somalí con fuertes declaraciones.

Somalia hoy, un país quebrado por la guerra, el hambre y el clima

Somalia es, objetivamente, uno de los países más pobres y frágiles del mundo. Su Índice de Desarrollo Humano se ubica entre los más bajos del planeta, y el crecimiento económico es insuficiente para sostener a una población afectada por décadas de conflicto.

La ONU advierte que más de 4,4 millones de somalíes enfrentarán inseguridad alimentaria aguda entre finales de 2025 e inicios de 2026. Casi dos millones de niños sufren desnutrición severa.

La sequía, uno de los efectos más intensos del cambio climático en África, ha destruido cosechas, desplazado familias y pulverizado los medios de vida de comunidades enteras.

A la crisis humanitaria se suma un conflicto armado que no cesa. El grupo extremista al-Shabaab, ligado a Al Qaeda, controla territorios rurales y lanza ataques regulares en Mogadiscio.

El Estado somalí depende de fuerzas internacionales, misiones africanas y apoyo externo para sostener apenas la seguridad básica. Somalia, en este contexto, es un país exhausto, atrapado entre hambre, guerra y abandono institucional.

Somalia es uno de los países más pobres y frágiles del mundo.
Somalia es uno de los países más pobres y frágiles del mundo.

La larga mano de Estados Unidos ¿cómo comenzó todo?

Para entender el presente, es necesario retroceder. Durante la Guerra Fría, Estados Unidos apoyó al régimen de Siad Barre como contrapeso geopolítico a los soviéticos.

Cuando el dictador cayó en 1991, Somalia se fragmentó en clanes y milicias, dando inicio a una guerra civil devastadora. En 1992 Washington lideró la misión Operation Restore Hope, inicialmente humanitaria.

Con el tiempo evolucionó hacia una operación militar y de “pacificación”. El conflicto escaló hasta la Batalla de Mogadiscio en 1993 (el episodio que inspiraría Black Hawk Down) donde murieron 18 soldados estadounidenses y cientos de somalíes.

Las imágenes de soldados arrastrados por las calles provocaron un trauma político en Washington. Estados Unidos retiró tropas en 1994, la ONU se fue en 1995 y Somalia quedó a su suerte.

Sin embargo, la influencia estadounidense no desapareció, simplemente cambió de forma.

Del 11-S a la era de los drones, Somalia como frente silencioso de la guerra contra el terrorismo

Tras los atentados del 11-S, Somalia pasó de ser un “estado fallido” a ser vista como punto estratégico contra el yihadismo. Desde 2001, Estados Unidos ha mantenido operaciones constantes (y frecuentemente encubiertas) contra al-Shabaab y otros grupos armados.

Bombardeos, ataques de drones y fuerzas especiales

Estados Unidos ejecuta ataques aéreos y de drones desde bases fuera de Somalia, apoyado por el mando AFRICOM. La construcción de unidades de élite somalíes, como la brigada Danab, ha sido financiada y entrenada por Washington.

El número de bombardeos se disparó desde 2017, cuando se flexibilizaron las reglas de enfrentamiento. Organizaciones de derechos humanos han denunciado víctimas civiles y falta de transparencia del Pentágono.

Un país del tamaño de un polígono de tiro

Para muchos somalíes, el cielo es símbolo de peligro. Drones invisibles operan sin descanso, y los ataques han dejado muertos cuya historia rara vez aparece en medios occidentales.

El conflicto es asimétrico pues Somalia es pobre, rural y vulnerable; Estados Unidos posee la fuerza aérea más poderosa del planeta.

La narrativa estadounidense presenta estas operaciones como “defensivas”, pero en la práctica Somalia lleva 20 años siendo un campo de batalla para intereses ajenos.

Estados Unidos ejecuta ataques aéreos y de drones desde bases fuera de Somalia.
Estados Unidos ejecuta ataques aéreos y de drones desde bases fuera de Somalia.

El otro rostro de Washington ayuda humanitaria… y recortes que matan

Es necesario reconocer que Estados Unidos también ha sido uno de los principales donantes de ayuda humanitaria a Somalia.

Millones han recibido alimentos, agua y atención médica gracias a fondos estadounidenses canalizados por el PMA y otras agencias. Sin embargo, en los últimos años, especialmente en 2024 y 2025, grandes recortes de presupuesto obligaron al Programa Mundial de Alimentos a:

  • Eliminar asistencia para cientos de miles de somalíes.
  • Suspender programas vitales en regiones rurales.
  • Advertir que podrían desencadenarse hambrunas locales.

Este contraste (bombardeos por un lado, recortes de ayuda por otro) alimenta la percepción de que Estados Unidos juega simultáneamente el papel de bombero y pirómano en Somalia.

El ataque verbal del presidente un síntoma, no una excepción

Durante una reunión en la Casa Blanca, el presidente estadounidense calificó a Somalia como un país que “apesta”, y se refirió a los migrantes somalíes como “basura”.

Las declaraciones generaron indignación internacional y duras críticas dentro de Estados Unidos, especialmente de líderes somalí-estadounidenses.

No es la primera vez que el presidente utiliza lenguaje despectivo hacia países africanos, pero esta vez el contexto es más sensible. Somalia atraviesa una crisis humanitaria y sigue viviendo bajo el impacto de operaciones militares estadounidenses.

Las palabras del presidente no son solo un insulto, son el reflejo de una política exterior donde el desprecio retórico convive con la intervención militar y con una ayuda humanitaria que fluctúa según los vientos políticos de Washington.

Estados Unidos es el aliado militar más influyente del gobierno somalí, incluso entrena a sus soldados.
Estados Unidos es el aliado militar más influyente del gobierno somalí, incluso entrena a sus soldados.

¿Qué papel juega realmente Estados Unidos en Somalia?

Estados Unidos es, simultáneamente:

  • El aliado militar más influyente del gobierno somalí,
  • Uno de los principales donantes humanitarios,
  • El ejecutor de una campaña de bombardeos de décadas,
  • Y ahora, desde la Casa Blanca, un emisor de mensajes abiertamente hostiles contra su pueblo.

Washington sostiene al Estado somalí, pero también mantiene la guerra viva. Entrena a sus soldados, pero reduce ayuda cuando más se necesita.

Abre puertas diplomáticas, pero cierra la empatía en su propio discurso político. Somalia, mientras tanto, continúa atrapada en un equilibrio doloroso entre dependencia, intervención y abandono.

Un aliado con un presente controversial

Las palabras del presidente no surgieron en el vacío; forman parte de una historia mucho más larga. Somalia es el espejo donde se refleja la contradicción de la política exterior estadounidense.

Un país al que bombardea, al que rescata, al que recorta, al que necesita y al que desprecia, todo al mismo tiempo. Quizás la pregunta más importante sea esta: ¿Puede una superpotencia reconstruir un país al que considera “basura”?

Porque la verdad incómoda es que Somalia no solo enfrenta a al-Shabaab, a la sequía y al hambre, enfrenta también las decisiones (y omisiones) de una nación cuyo poder define su futuro desde muy lejos.

Jhanayna Zambrano
Jhanayna Zambrano
Licenciada en Ciencias de la Comunicación y periodista por vocación. Mi experiencia como reportera en uno de los medios más leídos del país fortaleció mi compromiso con un periodismo responsable y humano. Me apasiona contar historias que inspiran, reflejan resiliencia y despiertan conciencia social.

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