Ecuador aparece en sexto lugar entre los países con violencia más severa del planeta en 2025.
Lo más inquietante no es solo el puesto, sino el salto de 36 posiciones frente a 2024, según el Conflict Index de ACLED, una medición global basada en eventos de violencia política.
La lectura de ACLED no es un “ranking de percepción”. Cruza letalidad, peligro para civiles, difusión geográfica y fragmentación de grupos armados. Y al hacerlo, coloca a cuatro países latinoamericanos dentro del top 10.

La lista completa de los 10 países más violentos del índice ACLED 2025
Según la tabla publicada en la cobertura basada en el informe de ACLED, el top 10 queda así:
- Palestina
- Birmania (Myanmar)
- Siria
- México
- Nigeria
- Ecuador
- Brasil
- Haití
- Sudán
- Pakistán
¿Por qué Ecuador sube 36 puestos y qué revela sobre el país?
ACLED sintetiza el deterioro ecuatoriano en una frase que duele por lo directa: “Ecuador se volvió más mortífero”.
Su ficha de 2025 añade dos datos clave. Más de 1.000 muertes adicionales por violencia política frente a 2024 y más de 50 grupos armados activos en eventos violentos.
Esto, incluyendo casi 40 pandillas, con más de 2.500 eventos dirigidos contra civiles en el último año medido.
En paralelo, el reporte citado por CNN en español atribuye la escalada a tres motores que se retroalimentan:
- La disputa entre organizaciones (mencionan específicamente la pelea entre Los Lobos y Los Choneros).
- La fragmentación por capturas, muertes o exilio de líderes (cuando cae una cabeza, nacen más bandos).
- La “creciente relevancia” de Ecuador como punto estratégico del tráfico regional y transnacional de drogas.
Y hay un efecto social que no se mide solo en balas, desplazamientos internos por violencia.
Un reportaje de El País documentó que Ecuador registró 101.000 desplazamientos internos por violencia en 2024, con impacto fuerte en provincias costeras como Esmeraldas, Manabí, El Oro y Guayas.
Lo que el puesto 6 significa, en simple es que Ecuador aparece en el mismo bloque “extremo” donde están países en guerra abierta.
La única diferencia es que su patrón no es una guerra convencional sino la violencia criminal con lógica de conflicto, capaz de capturar territorios, economías ilegales y gobernanzas locales.
México la violencia que se reconfigura, no desaparece
México se mantiene en el cuarto lugar. En el análisis citado por CNN, ACLED vincula el repunte y la expansión territorial de violencia a la guerra interna del Cártel de Sinaloa tras el arresto de Ismael “El Mayo” Zambada en 2024.
Algo que habría reordenado dinámicas criminales en múltiples estados.
El índice también pone foco en la violencia contra políticos y funcionarios. ACLED reporta 360 incidentes contra este sector en el último año evaluado, como parte de la disputa por control institucional local y recursos.

Brasil pandillas, territorios y operaciones letales
Brasil entra en el top 10 en el puesto 7, con una violencia impulsada por organizaciones criminales que compiten por territorios y rutas.
En el mismo reportaje, se menciona que un operativo policial en Río de Janeiro contra Comando Vermelho dejó más de 130 muertos. Un dato que muestra hasta qué punto la violencia se cruza con respuestas estatales de alto impacto.

Haití el colapso político como combustible de las bandas
Haití aparece en el puesto 8. ACLED reporta que el país se volvió más mortífero y más peligroso para civiles, con más de 4.500 personas asesinadas como resultado de violencia política en el período analizado. Además, un aumento de violencia dirigida específicamente a civiles.
Y el contexto institucional importa. La cadena CNN recuerda que, tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse (2021), las pandillas han ampliado control territorial y la ONU aprobó este año una fuerza multinacional para intentar contenerlas.

La pregunta incómoda para Ecuador y para la región
ACLED y analistas citados por CNN dejan una advertencia que la política latinoamericana suele ignorar.
Militarizar puede bajar violencia en el corto plazo, pero también puede fragmentar grupos y multiplicar actores violentos a mediano plazo, elevando el riesgo para civiles.
Para Ecuador, el salto de 36 posiciones no es solo una cifra, es un aviso de que el país entró en una fase donde la violencia compite por convertirse en normalidad.
Y cuando eso ocurre, el desafío ya no es “volver al país seguro que fuimos”, sino algo más duro, evitar que la violencia se convierta en sistema.