En las últimas décadas, las democracias del mundo han entrado en una crisis de legitimidad. Los jóvenes, en particular, parecen haberse alejado de los partidos tradicionales, las urnas y las instituciones políticas.
Encuestas internacionales muestran niveles históricamente bajos de confianza en los políticos, alimentando un clima de apatía, protesta o búsqueda de alternativas fuera del sistema.
En este artículo analizaremos por qué los jóvenes perciben las democracias como rotas, qué factores explican su desencanto y cómo podrían estas instituciones recuperar su confianza.

Las causas del desencanto juvenil
Corrupción y falta de transparencia
Los múltiples escándalos de corrupción que salpican a gobiernos y partidos de todas las ideologías han consumido la fe de los jóvenes en la política. Para muchos, la política ya no un ejercicio noble y de servicio al país, ahora se ha convertido en un juego de poder dominado por intereses personales y económicos.
Promesas incumplidas
Los jóvenes han visto cómo las grandes promesas de empleo digno, educación asequible y protección ambiental se desvanecen una y otra vez. Esta frustración alimenta la percepción de que votar no cambia nada. Y que por el contrario solo contribuye a las dinámicas de corrupción.
Falta de representación
Los parlamentos y gobiernos siguen dominados por personas mayores que no reflejan las prioridades, lenguajes ni estilos de vida de las nuevas generaciones.
En muchos casos en lugar de abrir las puertas a perfiles nuevos y que cuentan con la preparación, prefieren mantener a sus cercanos para evitar traiciones o asegurar lazos de ayuda dentro de la esfera política.

Cómo se expresa la desconfianza
Abstencionismo electoral
Las tasas de participación electoral entre los menores de 30 años son sistemáticamente más bajas que las de generaciones anteriores, especialmente en elecciones locales. Esto sucede incluso en países donde se aplican sanciones por no presentarse a las urnas.
Protesta y activismo alternativo
En lugar de involucrarse en partidos, muchos jóvenes optan por movimientos sociales, activismo digital y protestas callejeras, buscando presionar desde fuera del sistema. De esta manera integran de manera cuidadosa a miembros que realmente están interesados por el desarrollo de su país.
Humor y desdén
Las redes sociales están llenas de memes que ridiculizan a la clase política, reflejando un rechazo cultural más amplio hacia las formas tradicionales de poder. Lamentablemente esto también demuestra como el interés en conocer sobre los representantes de grupos políticos se ha perdido, los jóvenes ya no buscan información, no debaten, no cuestionan, solo se han limitado a rechazar a estas figuras o burlarse de ellas.

¿Cómo están participando los jóvenes?
Aunque la confianza en los políticos está en baja, los jóvenes no son apáticos. Más bien, a su manera, están reinventando su participación. Las campañas de crowdfunding para causas sociales, asambleas vecinales, hacktivismo y creación de partidos alternativos son algunas de las nuevas estrategias.
¿Cómo reconstruir la confianza?
Para recuperar la confianza de las nuevas generaciones, los políticos deben hacer más que prometer: deben cumplir. La inclusión real de jóvenes en la toma de decisiones, mayor transparencia y rendición de cuentas son pasos esenciales.

La política no puede seguir funcionando como un club exclusivo de élites si aspira a ser relevante para quienes hoy cuestionan su legitimidad.
La desconfianza juvenil no significa necesariamente el fin de la democracia, pero sí un llamado de atención. Ya que está generación y seguramente las venideras están dispuestas a exigir más y a innovar en las formas de participación. La pregunta es si las instituciones serán capaces de adaptarse antes de volverse irrelevantes.