El 29 de octubre de 2025, el presidente Donald Trump anunció que había ordenado al Pentágono “comenzar inmediatamente” pruebas de armas nucleares de Estados Unidos, rompiendo una pausa de 33 años desde 1992.
El mensaje, publicado antes y durante su encuentro con Xi Jinping en Corea del Sur, se justificó como respuesta a los programas de Rusia y China y a sus recientes demostraciones de capacidades estratégicas.
La decisión sacudió el régimen global de no proliferación, encendió alarmas en Nevada (sede histórica de los ensayos) y abrió interrogantes técnicos, legales y geopolíticos de enorme alcance.
¿Qué se anunció exactamente y por qué ahora?
Trump escribió que instruyó al Departamento de Defensa a “iniciar pruebas en igualdad de condiciones” con otras potencias, aludiendo a recientes pruebas de sistemas rusos como Poseidón y Burevéstnik, y a las capacidades chinas.
Aunque no precisó si se trata de ensayos explosivos subterráneos (con detonación) o de pruebas demostrativas, el giro supone un quiebre político respecto al consenso de tres décadas.
En paralelo, la Casa Blanca enmarcó la medida como respuesta de disuasión ante rivales. Sobre esto muchos críticos advierten que podría detonar una nueva carrera armamentista y erosionar la arquitectura de control.
¿Cuál es el contexto legal y técnico? CTBT, moratoria y el sitio de Nevada
Estados Unidos no realiza un ensayo nuclear explosivo desde 1992 (moratoria anunciada por George W. Bush). Aunque firmó el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBT), no lo ha ratificado.
Desde entonces ha mantenido capacidad de prueba mediante simulaciones y ensayos subcríticos en el Nevada National Security Site. Un ensayo explosivo requeriría meses de preparación, reactivación de infraestructura, permisos ambientales y planes de seguridad.
Reacciones internas y externas luego del anuncio
China pidió a Washington mantener la moratoria y respetar el CTBT, subrayando riesgos de escalada. Rusia, por su parte, negó haber reanudado pruebas nucleares tras el anuncio estadounidense, en medio de mensajes cruzados sobre sus sistemas estratégicos.
Por su parte, el Congreso y estados legisladores de Nevada adelantaron oposición por impactos ambientales y riesgos para comunidades cercanas al sitio de pruebas. Expertos en control de armamentos calificaron la medida de “mala idea” con potencial de aislar a Estados Unidos de aliados clave.
Medios y analistas destacaron que, aunque el presidente habló de “iniciar de inmediato”, no existe un cronograma público, lo que sugiere que la orden es política y su implementación técnica podría tardar.
¿Cuáles son las implicaciones estratégicas? disuasión, carrera tecnológica y credibilidad
Reanudar las pruebas de armas nucleares podría:
- Acelerar la modernización del arsenal: validando diseños y prolongando vida útil, pero podría desordenar décadas de contención consensuada.
- Presionar a Rusia y China: hacia respuestas espejo, complicando cualquier retorno a acuerdos de control ya debilitados.
- Incrementar costos políticos y domésticos: con Nevada, además de fricciones con aliados que apoyan el CTBT y la moratoria global de ensayos explosivos.
Analizamos los posibles escenarios
Escenario 1
Subcríticos ampliados (sin explosión nuclear), políticamente más manejables, útiles para validación limitada, pero no equivalentes a un ensayo explosivo para ciertos parámetros.
Escenario 2
Ensayo subterráneo explosivo en Nevada con alto impacto geopolítico, mayor rechazo social, exigencias técnicas y de seguridad complejas; pondría a prueba la relación con Europa y Asia-Pacífico.
Escenario 3
Una reversa o pausa por trámite legislativo, litigios o costos reputacionales si la oposición política escala. El anuncio de Trump eleva la apuesta en un sistema internacional ya tensionado.
En 30 años, la disuasión estadounidense se sostuvo sin ensayos explosivos, gracias a simulación avanzada y mantenimiento científico. Romper esa inercia podría desatar respuestas de otros actores, encarecer la seguridad global y politizar un terreno que, idealmente, debería seguir regido por reglas previsibles.
La pregunta no es si se puede probar, sino si conviene hacerlo en un mundo donde los acuerdos entre naciones penden de un hilo.