El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu vuelve a estar en el centro de un terremoto político y judicial. Mientras enfrenta desde 2020 un juicio por soborno, fraude y abuso de confianza, presentó ahora una petición formal de indulto al presidente Isaac Herzog para cortar de raíz el proceso.
Se trata de un movimiento sin precedentes en Israel, un jefe de gobierno en ejercicio que solicita ser perdonado antes de una condena y sin admitir culpa.
El gesto desata dudas jurídicas profundas y reabre la pregunta sobre hasta dónde llega el poder del primer ministro frente al Estado de derecho.
¿Quién es Benjamin Netanyahu y qué lugar ocupa en Israel?
Benjamin “Bibi” Netanyahu es el primer ministro de Israel y líder del partido derechista Likud.
Es el político que más tiempo ha ocupado el cargo en la historia del país, con varios mandatos desde los años noventa y un rol central tanto en la política interna como en la seguridad regional.
Pese a los procesos judiciales y a oleadas de protestas, Netanyahu ha logrado:
- Mantenerse como figura dominante del bloque de derecha y ultraderecha.
- Regresar al poder tras periodos breves en la oposición.
- Gobernar mientras avanzaba su propio juicio, algo inédito en Israel.
Desde 2016, sin embargo, su legado político está cruzado por una palabra, corrupción.
De las sospechas a la imputación formal ¿cómo arrancaron los casos?
Las investigaciones contra Netanyahu comenzaron a tomar forma entre 2016 y 2017, cuando la policía y la fiscalía abrieron varios expedientes por presunta corrupción en torno a regalos de empresarios, favores regulatorios y acuerdos con medios de comunicación.
Tras años de pesquisas y audiencias:
- El 21 de noviembre de 2019, el fiscal general Avichai Mandelblit presentó una acusación formal contra Netanyahu por fraude, abuso de confianza y soborno en tres expedientes conocidos como casos 1000, 2000 y 4000.
- En mayo de 2020 comenzó el juicio en el Tribunal de Distrito de Jerusalén, convirtiendo a Netanyahu en el primer primer ministro en ejercicio juzgado penalmente en Israel.
Desde entonces, el proceso se ha extendido durante años, con cientos de testigos, declaraciones cruzadas y numerosos intentos de Netanyahu de frenar o retrasar las audiencias.
Los casos 1000, 2000 y 4000
Los cargos que enfrenta Netanyahu se concentran en tres grandes expedientes:
Caso 1000 – Regalos de lujo y favores a benefactores
Cargo: fraude y abuso de confianza.
Acusación: Netanyahu y su esposa habrían recibido regalos por casi 700.000 shekels (champán, puros, joyas) de parte del productor de Hollywood Arnon Milchan y del magnate australiano James Packer.
A cambio, el primer ministro habría intervenido en asuntos fiscales y de visado en beneficio de Milchan, entre otros gestos oficiales.
Caso 2000 – Pacto con el diario Yedioth Ahronoth
Cargo: fraude y abuso de confianza.
Acusación: Netanyahu habría negociado con Arnon Mozes, dueño del periódico Yedioth Ahronoth, mejor cobertura mediática a cambio de impulsar legislación que perjudicara a un diario competidor, Israel Hayom.
Aunque el acuerdo no se concretó plenamente, la fiscalía sostiene que el solo hecho de negociar constituye delito.
Caso 4000 – Bezeq–Walla, el núcleo más grave
Cargos: soborno, fraude y abuso de confianza.
Acusación central: cuando Netanyahu era también ministro de Comunicaciones, habría concedido beneficios regulatorios millonarios al grupo de telecomunicaciones Bezeq (propiedad de Shaul Elovitch).
Todo esto, a cambio de cobertura favorable para él y su familia en el portal de noticias Walla¡, controlado por el mismo empresario. En conjunto, la acusación pinta un patrón, uso del cargo público para obtener beneficios personales y políticos a través de regalos o influencia mediática.
Netanyahu niega todo y afirma que recibir regalos de amigos no es delito y que nunca vendió decisiones regulatorias a cambio de cobertura.
¿En qué punto está el juicio hoy? una causa larga y políticamente explosiva
El juicio avanza ya por su quinto año:
- La fase de testigos de la fiscalía concluyó en 2024, tras reducirse la lista original de 333 testigos a unas decenas clave por acuerdo entre partes.
- En diciembre de 2024 comenzó la presentación de la defensa, con declaraciones de Netanyahu.
- El 3 de junio de 2025 arrancó su contrainterrogatorio por parte de los fiscales, considerado una fase “decisiva” del proceso.
A finales de noviembre de 2025, el juicio seguía en curso, sin fecha clara para un veredicto. Analistas y medios coinciden en que podría tardar muchos meses más, salvo que ocurra algo que lo detenga como un acuerdo de culpabilidad… o un indulto presidencial.
El giro del indulto, la petición formal a Isaac Herzog
El 30 de noviembre de 2025, Netanyahu presentó formalmente una solicitud de indulto al presidente Isaac Herzog, buscando terminar de inmediato su juicio. Presentamos puntos clave de la petición:
- Pide un indulto completo por los tres casos (1000, 2000 y 4000), aunque el juicio aún no ha concluido.
- Argumenta que el proceso “desgarra a la sociedad israelí” y que su cierre serviría para “restaurar la unidad nacional” y permitirle gobernar con eficacia en un contexto de alta tensión regional.
- No incluye admisión de culpa ni disculpa; Netanyahu insiste en que es víctima de una persecución política de jueces, policía y medios.
- Llega después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, enviara una carta pública a Herzog pidiendo que lo indulte y que calificara el juicio como un proceso “políticamente motivado”.
Por su parte, la Oficina del presidente calificó la petición de “extraordinaria” y la remitió al Departamento de Indultos del Ministerio de Justicia para un examen legal detallado, enfatizando que se trata de una decisión con “implicaciones muy significativas” para el Estado de derecho.
¿Qué dice la ley israelí sobre los indultos y por qué este caso es tan delicado?
Según la Ley Básica, el presidente del Estado o jefe de Estado tiene potestad para “perdonar a delincuentes y reducir o conmutar penas”.
Sin embargo, en la práctica, tradicionalmente, los indultos se conceden después de una condena, no durante el juicio. El presidente actúa como “autoridad compasiva” una vez que el sistema judicial ya se pronunció.
Pueden existir indultos previos a juicio, pero son raros y excepcionales. El precedente más citado es el “caso Bus 300” (años 80), cuando el presidente Chaim Herzog perdonó a altos cargos del Shin Bet antes del proceso, pero solo tras una admisión de culpabilidad y la renuncia del jefe del servicio de seguridad.
En el caso Netanyahu, se solicita el indulto antes de un veredicto y sin admitir culpa, algo que expertos del Instituto de Democracia de Israel califican como “excepcional en todos los sentidos” y potencialmente desestabilizador para la separación de poderes.
La propia Oficina del presidente y juristas citados por medios como AP, PBS o Haaretz recuerdan que la intervención de un indulto en medio de un juicio puede interpretarse como una vía para saltarse al poder judicial, erosionando la igualdad ante la ley.
Además, un indulto no detiene automáticamente el juicio. Para frenar el proceso, el fiscal general tendría que pedir al tribunal suspender el caso a la luz de la decisión presidencial.
Reacciones en Israel apoyo, rechazo frontal y temor a una crisis constitucional
La petición ha polarizado aún más a una sociedad ya fracturada. Líderes como Yair Lapid y Naftali Bennett sostienen que un indulto solo podría considerarse si Netanyahu admite culpa y abandona la política.
Además, alertan que un perdón pleno sin esas condiciones sería un golpe directo a la credibilidad del sistema judicial.
Juristas y organizaciones cívicas de instituciones como el Instituto de Democracia de Israel advierten que aceptar la solicitud tal como está validaría el relato de Netanyahu de que el juicio es un complot político y transformaría al presidente en un actor que “puentea” a los tribunales.
Mientras que, aliados y simpatizantes de sectores de la derecha y parte de la opinión pública sostienen que el país necesita “pasar página”, sobre todo en medio de crisis de seguridad, y que la continuidad de un primer ministro experimentado justifica un indulto.
En las calles, se han registrado protestas frente a la residencia presidencial y frente a los tribunales, tanto de quienes exigen rechazar el indulto como de quienes piden cerrar el caso para “salvar la unidad nacional”.
Incluso dentro de la élite jurídica hay voces, como la del exministro de Justicia Haim Ramon, que apuntan que un perdón solo sería concebible si Netanyahu aceptara retirarse de la vida política, una opción que el propio primer ministro rechaza categóricamente.
¿Qué puede pasar ahora? Analizamos posibles escenarios
A corto plazo, el proceso sigue varios carriles paralelos:
Revisión legal del indulto
La Oficina del presidente y el Departamento de Indultos del Ministerio de Justicia estudian el caso mientras recaban opiniones del fiscal general.
No hay un plazo fijo para la decisión, pero Herzog ya ha subrayado que actuará con “máxima responsabilidad”.
Juicio en marcha
Mientras no haya resolución, el juicio continúa en el Tribunal de Distrito de Jerusalén, con Netanyahu sometido a interrogatorio y contra interrogatorio.
Opciones intermedias
Medios israelíes han especulado con la posibilidad de que, en lugar de un indulto pleno, Herzog impulse o avale un acuerdo de culpabilidad o perdón condicionado, que podría incluir reducción de cargos a cambio de retirada de la vida política.
Por ahora, el presidente ha evitado confirmar esa vía y el entorno de Netanyahu insiste en que el primer ministro no admitirá culpa ni renunciará a cambio de un trato.
Posible crisis institucional
Analistas de medios como The Guardian, Al Jazeera o Haaretz advierten que un indulto pleno antes de condena (y sin confesión) podría desencadenar una crisis constitucional.
También alimentar nuevas protestas masivas y reavivar la batalla en torno a la fallida reforma judicial de 2023, percibida por muchos como diseñada precisamente para blindar a Netanyahu.
En otras palabras, el indulto que Netanyahu presenta como un camino hacia la “unidad” podría, paradójicamente, profundizar las divisiones.
Justicia, poder y el precedente que marcará a Israel
El caso Netanyahu ya es, por sí solo, un punto de inflexión en la historia política de Israel. Hablamos de un primer ministro en ejercicio, juzgado por corrupción en tres frentes, mientras mantiene el poder y lidera decisiones cruciales de guerra y paz.
Con la petición de indulto, el conflicto pasa a otro nivel. La pregunta ya no es solo si Netanyahu es culpable o inocente penalmente, sino hasta dónde puede estirarse la flexibilidad del sistema democrático para acomodar a un líder que sigue siendo central, pero profundamente polarizante.
Lo que decida el presidente Isaac Herzog (un indulto pleno, uno condicionado, una invitación a un acuerdo judicial o un rechazo claro) será leído no solo como una respuesta a la situación personal de Netanyahu, sino como un mensaje sobre la igualdad ante la ley en Israel:
- ¿Puede un jefe de gobierno, aún en juicio, obtener un perdón sin admitir culpa ni dejar el cargo?
- ¿O la democracia israelí trazará una línea roja clara entre el poder político y la independencia judicial?
Mientras el país debate y las audiencias continúan, lo único seguro es que el desenlace de este caso no afectará solo el futuro de un hombre, sino también el de las instituciones que deben, o no, ponerle límites.