Durante la gala de entrega del Premio Donostia en el Festival de San Sebastián, Jennifer Lawrence aprovechó su momento en el escenario para hacer una declaración contundente:
«Lo que ocurre en Palestina es un genocidio y me mortifica».
Su discurso no solo reverbera en el mundo del cine, sino también en el debate político y humanitario contemporáneo.
Un homenaje con carga política
Jennifer Lawrence fue recibida con aplausos en el Auditorio Kursaal al recibir el galardón honorífico. Es la galardonada más joven en la historia del Donostia, a sus 35 años. La entrega del premio coincidió con la presentación de su film Die My Love, en el que también participa como productora.
En medio del evento, tras algunas tensiones con la periodista que moderaba preguntas, Lawrence decidió hablar sin filtros sobre un tema que muchos evitan en actos públicos. Con la frase “Lo que ocurre en Palestina es un genocidio y me mortifica”, la actriz concentró la atención mediática en el conflicto en Oriente Medio y subrayó su compromiso con la libertad de expresión.
Contexto: Hollywood y el compromiso político
Durante los últimos años, varias figuras del cine han aprovechado plataformas como festivales y premios para emitir posturas políticas, una práctica que solía generar controversias inmediatas. En este caso, la declaración de Lawrence llega en un momento de alta sensibilidad internacional sobre el conflicto Israel-Palestina.
El festival de San Sebastián también ha mostrado una postura comprometida. Durante la ocasión hubo manifestaciones en favor de Gaza y el cruce entre cine y política fue un eje central en las jornadas.
Reacción entre aplausos y cuestionamientos
La frase de Lawrence ha sido celebrada por quienes valoran su valentía y coherencia. Sin embargo, como suele ocurrir en discursos públicos con contenido político, también generó críticas.
Algunos cuestionan que una premiación de cine no sea el escenario para debates geopolíticos, mientras otros sostienen que el arte debe reflejar la realidad y no mantenerse en silencio frente a la violencia.
Lo que no puede negarse es que su intervención redirigió la atención hacia una realidad dolorosa. La palabra “genocidio” tiene peso legal y simbólico; su uso implica un reclamo de responsabilidad internacional y moral.
El valor simbólico de alzar la voz
Cuando una figura de alcance global habla, su voz trasciende el acto en sí. Jennifer Lawrence sumó un momento político a un reconocimiento cultural. Eligió no limitarse al glamour del cine, sino confluir con un reclamo de dignidad humana.
Durante su discurso reivindicó la importancia de artistas que defiendan sus convicciones y cuestionó la indiferencia política: “Lo que me pone triste es que el discurso de los políticos estadounidenses normaliza la situación. … La gente tiene que responsabilizarse cuando llega el momento de votar”.
Con su Premio Donostia, Jennifer Lawrence no solo celebra su trayectoria cinematográfica, sino que también desafía la idea de que el cine debe mantenerse fuera del debate público. Al pronunciar: “Lo que ocurre en Palestina es un genocidio y me mortifica”
Ella se arriesga al contraste, reafirmando que el arte tiene la potestad de nombrar lo que duele. ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a escuchar?