En 2025, la revista Time tomó una decisión que resume el espíritu de nuestra época, nombrar a “los arquitectos de la inteligencia artificial” como Persona del Año.
No a una sola figura, sino a un colectivo que está rediseñando la forma en que trabajamos, consumimos información y nos relacionamos con la tecnología.
Más que un homenaje, la portada es una advertencia elegante: el futuro ya está aquí, pero quienes lo construyen también están generando nuevas desigualdades, miedos y preguntas éticas que nadie sabe responder del todo.
Una portada que consagra a los “arquitectos” del futuro
La edición 2025 de Person of the Year no muestra a un presidente ni a una celebridad pop, sino a un grupo de figuras que han imaginado, financiado y escalado la ola de la IA generativa.
Time decidió agruparlos bajo un mismo título, The Architects of AI, para subrayar que el poder ya no se concentra en un solo nombre, sino en una red de empresas y personas capaces de alterar economías enteras con decisiones tomadas en Silicon Valley, Seattle, Taipéi o Pekín.
Las dos portadas principales de la revista lo reflejan:
- Una ilustración basada en la estructura interna de un chip, donde se ocultan ocho figuras clave entre andamios y máquinas, como si estuvieran montando un edificio interminable.
- Una pintura que recrea la icónica imagen de obreros sentados en una viga de acero sobre la ciudad, pero esta vez sustituidos por los líderes de la revolución de la IA, literalmente “construyendo” el nuevo horizonte tecnológico desde las alturas.
- Detrás del gesto visual hay una idea clara. La IA es una obra en progreso, sostenida por un andamiaje de código, energía, capital y decisiones políticas que todavía no terminamos de entender.
¿Quiénes son los “arquitectos de la IA”?
Según Time y las agencias que han analizado la elección, el grupo de arquitectos está representado en la portada por ocho figuras centrales de la actual ola de inteligencia artificial:
Sam Altman (OpenAI)
El rostro más visible del boom de la IA generativa. Bajo su liderazgo, OpenAI lanzó versiones sucesivas de ChatGPT y modelos capaces de escribir, programar, analizar datos y ahora incluso ejecutar tareas complejas conectadas a otras herramientas.
La revista subraya cómo OpenAI pasó de experimento de investigación a coloso valorado en cientos de miles de millones de dólares, redefiniendo la relación entre investigación y negocio.
Jensen Huang (Nvidia)
Si la IA es el cerebro, los chips de Nvidia son su sistema circulatorio. Huang se convirtió en una figura central porque las GPU de su empresa son el estándar de facto para entrenar grandes modelos.
Lo que disparó tanto el valor de la compañía como la dependencia del ecosistema tecnológico global de su hardware.
Lisa Su (AMD)
Como rival directo de Nvidia, Su lidera el esfuerzo por ofrecer alternativas de alto rendimiento en chips para IA.
Su papel es clave para evitar un monopolio absoluto de hardware y empujar a la industria hacia una mayor competencia en rendimiento, consumo energético y precio.
Elon Musk (xAI, Tesla, SpaceX)
Musk aparece como el gran acelerador. Tras su salida de OpenAI, lanzó xAI con la promesa de construir una inteligencia artificial “digna de confianza” y, al mismo tiempo, ha integrado sistemas de IA en Tesla, SpaceX y otras empresas.
Su figura representa la mezcla explosiva de visión tecnológica, poder económico y polémica pública.
Mark Zuckerberg (Meta)
El fundador de Meta decidió apostar fuerte por la IA liberando modelos de código abierto como Llama y poniendo chatbots en Instagram, WhatsApp y Facebook.
Para Time, Zuckerberg encarna la idea de IA como infraestructura social, incrustada en las aplicaciones que ya usamos cada día.
Demis Hassabis (Google DeepMind)
Desde Londres, Hassabis ha sido uno de los arquitectos intelectuales más influyentes de la IA.
DeepMind estuvo detrás de hitos como AlphaGo y avances en biología computacional, y ahora forma parte del núcleo duro de Google en la carrera de modelos avanzados como Gemini.
Dario Amodei (Anthropic)
Ex OpenAI, cofundó Anthropic con un discurso centrado en seguridad y alineamiento de la IA.
Sus modelos Claude se han convertido en referentes de un enfoque que intenta equilibrar potencia y control, y la compañía está valorada en cientos de miles de millones de dólares mientras se prepara para salir a bolsa.
Fei-Fei Li (Stanford / World Labs)
Pionera en visión por computadora y co-directora del Instituto de IA Centrada en el Humano de Stanford, Fei-Fei Li representa la corriente que insiste en que la IA debe ser pensada desde el ser humano, no solo desde la ingeniería.
Su inclusión rescata el rol de la academia y de las voces que exigen ética, contextos culturales y cuidado por los datos que entrenan los modelos.
Juntos, estos nombres dibujan un mapa de poder donde convergen Big Tech, laboratorios especializados, fabricantes de chips e inversionistas gigantes como Masayoshi Son (SoftBank), que ha apostado miles de millones a que la IA será el motor económico de la próxima década.
Por qué Time los eligió ahora y no antes
Time justifica su decisión con un argumento contundente, 2025 es el año en que la IA dejó de ser promesa y se convirtió en infraestructura. Herramientas como ChatGPT, Claude o Gemini pasaron de juguete de nicho a sistemas utilizados por empresas, gobiernos y usuarios comunes en todo el mundo.
Algunos elementos clave que influyeron en el veredicto editorial:
- Escala de uso sin precedentes: la revista destaca que los chatbots y asistentes de IA ya llegan a una fracción significativa de la población mundial, con centenares de millones de usuarios interactuando con ellos cada mes.
- Inversión masiva: la construcción de centros de datos y “fábricas de IA” se disparó, con gigantes como Amazon, Microsoft, Google y Meta comprometiendo cientos de miles de millones de dólares en infraestructura y energía para sostener la demanda.
- Nuevo orden geopolítico: tanto en Washington como en Pekín, la IA se discute ya como un activo estratégico al nivel de la energía o las armas nucleares, con programas nacionales que aspiran a dominar chips, modelos y aplicaciones clave.
En palabras de Sam Jacobs, editor en jefe de Time, la elección busca concentrar la atención mundial en:
“las personas que imaginan, diseñan y construyen la IA” y que hoy están “maravillando y preocupando a la humanidad al mismo tiempo”.
El lado oscuro de la revolución inteligente
La portada no es un acto de admiración ingenua. El reportaje central insiste en que la historia de la IA en 2025 también está atravesada por miedo, duelo y desconfianza.
Time recoge, por ejemplo, el caso de un adolescente de 16 años en California que se quitó la vida tras desarrollar un vínculo profundo con un chatbot.
Sus padres demandaron a OpenAI, argumentando que las conversaciones con la IA influyeron en su decisión, un caso que se ha convertido en símbolo de las zonas grises de responsabilidad en la relación humano-máquina.
El dossier incluye también:
- Debates sobre la pérdida de empleo y estimaciones que hablan de tasas de desempleo potencial de hasta 20 % en escenarios extremos, si las empresas reemplazan puestos de trabajo con sistemas automatizados.
- Advertencias sobre el impacto ambiental de los centros de datos, con proyecciones de que podrían representar alrededor del 8 % de la demanda eléctrica de Estados Unidos para 2030.
- Críticas a la concentración de poder en pocas corporaciones, que controlan los modelos, la infraestructura y cada vez más los datos con los que se entrena la IA.
La narrativa de Time es clara. Los arquitectos de la IA no solo construyen herramientas, también redibujan la frontera entre lo humano y lo automatizado, y eso tiene costos que aún no sabemos cómo gestionar.
Entre el vértigo económico y la burbuja potencial
El reportaje subraya que el boom de la IA no es solo científico, también es un fenómeno financiero de proporciones históricas.
Empresas como Nvidia, AMD, OpenAI, Anthropic o los grandes proveedores de nube han visto inflarse sus valoraciones y asumir niveles de deuda que algunos analistas comparan con otras burbujas tecnológicas del pasado.
La lógica es simple pero inquietante:
- Los laboratorios de IA necesitan enormes cantidades de chips y centros de datos.
- Los fabricantes de hardware y las empresas de nube financian esa expansión con deuda y proyecciones optimistas de ingresos futuros.
Si las promesas de productividad no se materializan al ritmo esperado, el castillo de naipes podría tambalearse y arrastrar no solo a Silicon Valley, sino también a fondos de pensiones y bancos expuestos a estas apuestas.
En paralelo, algunos estudios señalan que la mayoría de las compañías todavía no ve un retorno claro por sus inversiones en IA, algo que alimenta dudas sobre si estamos ante una revolución productiva inmediata o una transición más lenta y desigual.
El espejo que nos pone delante Time
Al elegir a los “arquitectos de la IA”, Time no está coronando héroes indiscutibles, sino levantando un espejo incómodo, la tecnología que nos deslumbra también nos desborda.
Los nombres que aparecen en la portada son, a la vez, símbolo de la creatividad humana y de los riesgos de concentrar tanto poder en un puñado de compañías y líderes.
La pregunta que queda flotando tras cerrar la revista es menos técnica y más política, si el futuro lo están diseñando ingenieros, CEOs e inversionistas, ¿quién está defendiendo los intereses de quienes solo aparecerán como “usuarios” en sus presentaciones de PowerPoint?
En 2025, la Persona del Año no es un presidente ni un movimiento social, sino un grupo de arquitectos de código, silicio y capital. Time nos recuerda que su obra ya no se discute en laboratorios cerrados.
Se despliega en el buscador que usamos, en el trabajo que hacemos cada día y en las decisiones que tomarán los gobiernos frente a una tecnología que, por primera vez, parece capaz de pensar con nosotros… y a veces en nuestra contra.