Durante el día, las abejas son una sinfonía perfecta de actividad, recolectan néctar, polinizan flores y sostienen el equilibrio invisible de la naturaleza. Pero incluso estos pequeños motores del planeta necesitan detenerse. Lo que pocos saben es que las abejas también duermen, y lo hacen entre 5 y 8 horas al día, a veces dentro de las flores donde trabajaron.
La ciencia ha comenzado a estudiar este fenómeno con mayor profundidad, descubriendo que su descanso no solo es una curiosidad biológica, sino una pieza clave en la coordinación, memoria y supervivencia de la colmena. Dormir no es un lujo para ellas, sino una necesidad evolutiva que mantiene en marcha la inteligencia colectiva del enjambre.
El sueño de las abejas ¿Duermen realmente?
Sí, aunque muchos no lo saben las abejas duermen. La somnolencia y el sueño en abejas melíferas (Apis mellifera) están documentados desde los años 80. Trabajos pioneros de Walter Kaiser describen conductas nocturnas con menor tono muscular, antenas inmóviles, caída de la temperatura corporal y menor respuesta a estímulos. Un conjunto de rasgos análogo a estados de sueño en vertebrados.
No hay un “número oficial” sobre su tiempo de sueño porque depende de la casta y la tarea, pero compilaciones divulgativas basadas en literatura técnica sitúan el total acumulado diario entre 5 y 8 horas, con múltiples “siestas” a lo largo del día (las forrajeadoras duermen sobre todo de noche).
¿Para qué duermen? Memoria, navegación y comunicación
Dormir les mejora la memoria espacial: tras tareas de navegación forzada, las abejas muestran consolidación de memoria durante el sueño nocturno.
Precisión del “baile del meneo”: cuando se las priva de sueño, empeora su waggle dance, la coreografía con la que indican dirección a las fuentes de alimento. El ángulo que comunica el rumbo se vuelve más variable, lo que afecta la transferencia de información a otras obreras.
Traducción práctica: sin descanso suficiente, la colmena se descoordina, localiza peor el néctar, se reduce la eficiencia de forrajeo y el “orden” social se resiente.
La ternura de las abejas dormilonas ¿duermen dentro de las flores y “de la patita”?
En las abejas melíferas la norma es dormir dentro de la colmena mientras que las abejas silvestres/machos (incluidas muchas bumblebees y abejas solitarias), suelen pasar la noche en flores o vegetación, sujetándose con patas o mandíbulas. En ocasiones se agrupan varias juntas. Esto es frecuente en machos, que no pernoctan en nidos familiares.
La famosa foto de “dos abejas durmiendo juntas en una globemallow” de Joe Neely popularizó ese comportamiento; es real, pero corresponde a abejas silvestres, no a la melífera doméstica.
Cómo duermen según su “profesión” dentro de la colmena
Forrajeadoras (las que salen por néctar/polen): duermen mayormente de noche, con varias siestas cortas; son las más estudiadas en privación de sueño.
Abejitas jóvenes (nodrizas / tareas internas): duermen de forma más fragmentada durante el día y la noche. (Compilaciones y reseñas divulgativas respaldadas en observaciones de laboratorio).
¿Por qué proteger el sueño de las abejas?
El sueño de las abejas sostiene la polinización mejorando su orientación, la precisión de la comunicación y, en consecuencia, el rendimiento de la colonia. Sin sueño adecuado, su “danza” se vuelve errática, tal como advierten los experimentos de privación.
Proteger a esto importantes polinizadores es un acto de amor al planeta y a nosotros mismos, su ejemplo como especie trabajadora nos enseña que luego de una jornada productivo descansar es sano. Compartimos contigo recomendaciones para seguir cuidando de su sueño:
- Evitar el uso de pesticidas durante floración y al atardecer/noche (cuando muchas especies descansan dentro de flores).
- Deja “hábitats de siesta” con flores con corolas profundas o refugios vegetales.
- Planta diversidad de especies nativas para ofrecer alimento y “camas” naturales.
- Brinda iluminación nocturna moderada, la luz artificial desorienta a polinizadores nocturnos.