El “oro blanco” del siglo XXI que define la guerra tecnológica entre potencias

Las tierras raras se han convertido en el recurso clave del siglo XXI. China lidera la producción y Estados Unidos reacciona para no quedarse atrás, mientras el auge convive con el riesgo ecológico y social en los países mineros.

En el corazón de los dispositivos que usamos a diario, nuestros teléfonos inteligentes, automóviles eléctricos, turbinas eólicas y sistemas de defensa de última generación, se esconde un grupo de elementos casi invisibles, conocidos como minerales de tierras raras.

Durante décadas apenas tuvieron protagonismo, pero hoy se han convertido en un campo de batalla estratégico entre potencias, un recurso extremadamente codiciado y un dilema ético para los países que los poseen.

Esta nota explora su origen, su demanda explosiva, quiénes controlan las mayores reservas, cómo Estados Unidos y China lideran la carrera y cuál es la otra cara, la devastación ambiental y social en las naciones explotadas.

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minerales de tierras raras
La extracción y procesamiento de elementos de tierras raras son complejos y costosos.

¿Qué es el mercado de tierras raras y cuáles son sus orígenes?

Las tierras raras (o “rare earth elements”, REE) abarcan 17 elementos químicos, incluyendo lantano, neodimio, praseodimio y disprosio, que poseen propiedades magnéticas, catalíticas y lumínicas que los hacen irremplazables en muchas tecnologías modernas.

Aunque su nombre sugiere escasez, muchos existen en la corteza terrestre, pero su extracción y procesamiento son complejos y costosos, lo que históricamente limitó su explotación. La producción global comenzó a dispararse con la expansión de la electrónica, luego con la transición energética y ahora también con la carrera bélica por el control tecnológico.

Hoy el mercado global de elementos de tierras raras ya se valora en varios miles de millones de dólares. Por ejemplo, el informe de Markets & Markets estima el valor en $5.139 millones en 2024, proyectándose a $7.386 millones para 2030.

¿Para qué sirven y por qué son tan codiciados?

Las aplicaciones de las tierras raras abarcan desde lo cotidiano hasta lo militar. Se emplean en imanes de alto rendimiento (neodimio/ferrosario), en catalizadores, en pantallas, en baterías, en turbinas eólicas, en sistemas de guiado de misiles y radares.

Su codicia no solo responde a su utilidad técnica, sino al valor estratégico que tienen, ya que controlan parte del entramado tecnológico de los países avanzados y son campo de rivalidad entre potencias. Cuando China impuso restricciones de exportación en 2024 y 2025, el mundo comenzó a entender que el dominio de estos materiales podía traducirse en ventaja geopolítica.

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Además, la urgencia de la transición energética (los autos eléctricos, las renovables, la electrónica) exige más de estos minerales, lo que intensifica la demanda y complica la oferta.

minerales de tierras raras
Las aplicaciones de las tierras raras abarcan desde lo cotidiano hasta lo militar.

¿Dónde están las mayores reservas y quiénes se benefician?

Según estimaciones recientes, los países con las mayores reservas conocidas de tierras raras son:

  • China: cerca de 44 millones de toneladas métricas.
  • Rusia: declara poseer hasta 28,7 millones de toneladas de tierras raras, con 18 grandes yacimientos según sus autoridades.
  • Brasil: 21 millones de toneladas métricas.
  • India: 6,9 millones de toneladas métricas.
  • Australia: 5,7 millones de toneladas métricas.
  • Estados Unidos: 1,9 millones de toneladas métricas.

Pese a ello, la producción real se concentra abrumadoramente en China, que en 2023 controlaba más del 69% de la minería mundial de tierras raras y casi el 90% del procesamiento global. Estados Unidos, por su parte, importa aproximadamente el 70% de sus tierras raras desde China (datos 2020-2023).

Así, mientras pocas naciones extraen los minerales, magnates industriales, tecnológicas y gobiernos dominantes capturan la mayor parte del valor de la cadena (desde la mina hasta el producto final), lo que crea una desigualdad estructural.

Un liderazgo global en disputa entre Estados Unidos y China

China posee la ventaja geológica y operativa. Reserva abundante, infraestructura de procesamiento, experiencia establecida y costos bajos. Pero esta ventaja preocupa a Washington, que ve el monopolio chino como un riesgo para su seguridad nacional, industria tecnológica y cadena de suministro.

Estados Unidos ha reaccionado con políticas de diversificación. Acuerdos con Canadá, Australia y Brasil; inversiones en minería doméstica y refuerzo de procesamiento interno. Un ejemplo claro de esto es el pacto de Estados Unidos y Australia por minerales críticos valorado en $8,5 mil millones para reducir la dependencia china.

Donald Trump y Xin Jin Ping
Estados Unidos y China lideran la lista como potencias que se benefician del mercado de tierras raras.

La competencia no es solo comercial sino estratégica, quien controle más del “oro blanco” tecnológico tendrá ventaja en industrias del futuro y en el sistema de alianzas geopolíticas. En este sentido, China incluso ha usado las exportaciones como arma diplomática.

Beneficios y devastación en países explotados

El auge de las tierras raras puede traducirse en alto valor económico, creación de empleo, innovación tecnológica y avance energético. Pero también tiene una cara oscura, en donde la minería de tierras raras ha generado contaminación del agua, radioactividad, desplazamiento de comunidades y dependencia económica de un recurso único.

Un ejemplo internacional es Ucrania, donde la búsqueda de minerales estratégicos ha sido parte de la presión geopolítica (Estados Unidos ha ofrecido su ayuda en la guerra con Rusia con solicitudes de explotación en sus reservas de tierras raras) y ambiental. En ese sentido, los países que poseen reservas están en una encrucijada.

Deben convertir la riqueza geológica en desarrollo sostenible, no en “maldición de las materias primas”. La cadena global favorece a las que procesan y patentan, no necesariamente a quienes extraen.

La reflexión es clara, este mercado puede ser una palanca de futuro, pero solo será justo cuando los beneficios se compartan y las comunidades locales no paguen la factura de la extracción. Las tierras raras nos recuerdan que no basta con mirar hacia la vaca-máquina del mañana, hay que reparar la herida del hoy.

Jhanayna Zambrano
Jhanayna Zambrano
Licenciada en Ciencias de la Comunicación. Mi gran vocación, el periodismo, me permitió trabajar como reportera en uno de los medios de comunicación más leídos del país, donde fortalecí mi compromiso con un periodismo responsable, humano y con sentido social. Me motiva visibilizar historias que merecen ser contadas, aquellas que reflejan resiliencia, solidaridad y valores humanos esenciales. Para mí, el periodismo no solo informa, sino también inspira y genera conciencia colectiva.

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