El cambio climático es uno de los mayores desafíos actuales para el ser humano pues su impacto es cada vez más devastador. Pese a décadas de advertencias científicas, la acción estatal, ciudadana e internacional sigue siendo lenta y desigual.
Ante este panorama, una nueva fuerza ha emergido para exigir justicia ambiental, la generación más joven. Desde las calles de Estocolmo hasta las comunidades amazónicas, los jóvenes activistas por el clima están reescribiendo las reglas del activismo contemporáneo y liderando un movimiento global sin precedentes.

¿Por qué los jóvenes? Un liderazgo inevitable
Las generaciones más jóvenes no solo heredarán un planeta más cálido, sino también las desigualdades sociales que la crisis climática exacerba.
Según el Fondo Internacional de Emergencia de las Naciones Unidas para la Infancia, (UNICEF), más de mil millones de niños viven en países altamente vulnerables al cambio climático, lo que los convierte en las principales víctimas de un problema heredado.
Más de 1000 niños están expúestos al cambio climático
Este sentido de urgencia explica por qué los jóvenes lideran las demandas por una transición ecológica más rápida, justa e inclusiva.
Los impactos sobre los más jóvenes
La inseguridad alimentaria, las olas de calor, los fenómenos climáticos extremos y el aumento de enfermedades infecciosas afectan de manera desproporcionada a la población, en África, Asia y América Latina.
Estos impactos tempranos exigen una conciencia ambiental más fuerte y un sentido de responsabilidad colectiva.

Los pioneros: rostros emblemáticos del movimiento
Como toda causa que necesita de líderes que representan la lucha, detrás de las marchas y campañas mediáticas, hay rostros que se han convertido en símbolos de la lucha climática juvenil. Figuras que han inspirado a millones con su ejemplo.
Greta Thunberg, Suecia
Con apenas 15 años, Greta Thunberg, una joven nacida en Estocolmo, inició las huelgas escolares por el clima frente al parlamento sueco.
Meses más tarde, su acción llegó hasta los líderes de los países más poderosos, a quienes solicitaba implementar medidas para combatir el cambio climático. Su movimiento, Fridays for Future, ha movilizado a millones de jóvenes en más de 150 países.

Vanessa Nakate, Uganda
Otro rostro reconocido en la lucha climática es el de Vanessa Nakate. Nacida en 1996 en Uganda, creció observando la vulnerabilidad de África frente al calentamiento global
Las altas temperaturas que afectaban a su pueblo la motivaron en el año 2018, a levantar su voz a las autoridades. Desde entonces ha exigido que las voces del Sur Global sean escuchadas en las cumbres internacionales.

Txai Suruí, Brasil
La historia de Txai Suruí, una activista indígena nacida en Brasil se conoció desde que hizo pública una demanda contra las autoridades de su país por daños de emisión de carbono causados en su comunidad en 2021.
Suruí defiende la Amazonía y los derechos de los pueblos originarios, destacando que proteger los territorios indígenas es esencial para frenar la deforestación. En el año 2022, trabajó como productora ejecutiva junto a National Geographic en el documental The Territory.
La producción es un vistazo a la explotación que ejercen empresas inmobiliarias a las comunidades indígenas, acabando con sus tierras, la flora, la fauna y atentando contra la vida de sus habitantes.

Barreras y amenazas: criminalización, violencia y fatiga activista
Así como ha recibido grandes reconocimientos el activismo juvenil enfrenta enormes obstáculos. La represión estatal, las amenazas de grupos económicos y la sobreexposición mediática generan fatiga y riesgos psicológicos.
Según Global Witness, más de 200 defensores ambientales fueron asesinados en 2022, muchos de ellos menores de 30 años.
Las redes sociales han sido herramientas poderosas para amplificar mensajes y organizar acciones globales en tiempo récord, no obstante, también han expuesto a los jóvenes a acoso digital y a los discursos de odio.

Aun así, esto no ha frenado la causa, cada vez más jóvenes están ingresando a espacios de decisión política. Desde concejos municipales hasta delegaciones oficiales en las cumbres climáticas de la ONU.
Los jóvenes activistas por el clima han cambiado la conversación global, demostrando que la inacción ya no es aceptable. Su persistencia, creatividad y valentía son un recordatorio de que aún hay esperanza.
La pregunta no es si se rendirán, sino si las generaciones mayores estarán a la altura de su determinación. Porque su lucha no es solo por su propio futuro, es por el futuro de todos.