En un giro inesperado de la diplomacia internacional, Trump y Putin, dos líderes polarizantes, se han reunido en Alaska en un encuentro secreto que promete redefinir el tablero geopolítico: desde el destino de Ucrania hasta los recursos del territorio estadounidense más septentrional.
Esta cita evoca ecos del pasado colonial y plantea interrogantes profundos sobre poder, soberanía y negociación.

Trump y Putin en Alaska: Un contexto cargado de simbolismo y tensión
La cumbre se llevó a cabo el 15 de agosto de 2025 en la base militar Joint Base Elmendorf‑Richardson, en Anchorage, Alaska, una ubicación emblemática, reforzada con un despliegue militar sin precedentes: miles de tropas, sistemas de defensa aérea y guerra electrónica, además de un altar de acero adornado con jets F‑22.
Originalmente fue planificada como un cara a cara, sin embargo, la reunión pasó a un formato “tres contra tres”, con funcionarios claves acompañando a ambos presidentes, incluido el secretario de Estado Marco Rubio por EE.UU. y el ministro Lavrov por Rusia.

Temas en el centro de las negociaciones: Más allá de la guerra en Ucrania
La agenda formal gira en torno al fin de la guerra en Ucrania, con discusiones sobre posible alto al fuego, garantías de seguridad para Kiev y mecanismos de paz trilaterales.
En paralelo, emergieron propuestas sin precedentes, una oferta para permitir acceso ruso a recursos de Alaska, así como a minerales en territorios ucranianos ocupados; incluso el uso de rompehielos nucleares rusos para proyectos energéticos en Alaska fue contemplado.
Además, Trump condicionó el restablecimiento de negocios con Rusia a la resolución del conflicto, generando críticas desde Europa sobre la fragilidad del frente occidental.

Controversias y actores excluidos: Ecos de desconfianza
La ausencia de Ucrania en las negociaciones alarmó a líderes como Zelenskyy, presidente del país, quien insistió en que cualquier solución debe incluir a Kiev y rechazó cualquier cesión de territorio.
De hecho, ante la noticia, la comunidad ucraniana en EE.UU. condenó que se ponga en juego la soberanía del país a puerta cerrada, calificándolo de traición a los valores democráticos.
Alaska como escenario cargado de historia y simbolismo
Alaska, vendida a EE.UU. por Rusia en 1867, encarna un pasado imperial que hace de este encuentro un acto con carga simbólica extraordinaria. La imagen de Putin concediéndole un paseo en el blindado presidencial estadounidense y el uso del “Beast” evocan, para muchos, una coreografía diplomática tan poderosa como inquietante.

Negociación en Alaska: ¿Paz o geopolítica radicalizada?
El encuentro podría redefinir la política exterior de EE.UU., reconfigurar alianzas y abrir grietas dentro del consenso occidental, especialmente si se opta por normalizar relaciones con Rusia sin salvaguardar los derechos de Ucrania.
Además, la percepción pública y las reacciones de líderes europeos y ucranianos reflejan una creciente desconfianza sobre la legitimidad y los objetivos de una negociación sin Kiev en la mesa.
El juego de poder simbólico y estratégico en Alaska 2025 no solo impacta Ucrania, sino que pone sobre la mesa el valor de la soberanía, el rol de las grandes potencias y el costo humano de la paz negociada.