Guerras que no salen en las portadas, desplazamientos masivos ignorados, y crisis que siguen activas año tras año. En este artículo abordaremos los cinco conflictos internacionales que continúan sin solución y que rara vez reciben la atención que merecen.
En un mundo hiperconectado, parecería que nada escapa al radar de los medios. Sin embargo, la cobertura noticiosa global prioriza ciertos temas, regiones y potencias, dejando de lado numerosos conflictos armados y crisis humanitarias que continúan activos.
Estos conflictos no son nuevos, pero sí urgentes. Han afectado a millones de personas, generando olas de migración, perpetuando ciclos de pobreza y violencia. Conocerlos es el primer paso para entender ¿por qué el silencio también es parte de la tragedia?

República Democrática del Congo: la guerra más larga del siglo XXI
Desde finales de los 90, la República Democrática del Congo (RDC), vive una sucesión de conflictos armados complejos. En el este del país, más de un centenar de milicias combaten por el control de minas ricas en coltán, cobalto y oro. Estos minerales son esenciales para dispositivos electrónicos, por lo que la guerra está indirectamente conectada al consumo global.
Este escenario continúa pese a la intervención de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a través de misiones de paz. Se estima que este conflicto ha causado más de 6 millones de muertes directas e indirectas y millones de desplazados, donde también la violencia sexual es usada sistemáticamente como arma de guerra.

Yemen: una guerra civil con impacto regional
Desde el año 2014, Yemen, vive una guerra entre el grupo rebelde hutí y el gobierno reconocido internacionalmente, apoyado por una coalición liderada por Arabia Saudita. Está situado en Oriente Próximo, entre Asia y África, comparte sus fronteras con Omán y Arabia Saudita.
Es famoso por estar geográficamente en las rutas comerciales de la India, África y el Mediterráneo, ha sido desde la antigüedad famoso por el comercio de incienso, perfumes y mirra. Aunque los frentes de batalla se han estabilizado en algunas regiones, los efectos devastadores de estos conflictos siguen presentes.
Todo este contexto ha llevado al país a ser catalogado el más pobre en Oriente Próximo, por las consecuencias de las guerras que dejan a su paso hambruna, brotes de cólera y el colapso del sistema sanitario. Se estima que más de 20 millones de personas necesitan ayuda humanitaria, y cientos de miles han muerto desde el inicio del conflicto.

Siria: más de una década de devastación
Lo que inició siendo una protesta ciudadana en 2011 se convirtió en uno de los conflictos más sangrientos del siglo XXI. Siria hoy está dividida entre el régimen de Bashar al-Ásad, fuerzas rebeldes, milicias kurdas y presencia extranjera (como Rusia, Irán y Turquía).
Siria, el país soberano de Oriente Medio tiene una población de 23,2 millones de habitantes, en su mayoría hablan árabe y profesan la religión islámica. Aunque ahora gran parte del mundo ha dejado de hablar de Siria, millones de desplazados siguen sin posibilidad de regresar.
Actualmente, las ciudades están en ruinas, la población civil se encuentra gravemente afectada y la posibilidad de reconstruirse se pierde día con día, debido a las sanciones y restricciones económicas por la Unión Europea.

Myanmar: conflicto étnico y militarismo persistente
Myanmar también conocida como Birmania, lleva décadas de conflictos bajo la mano de la dictadura militar. Aunque vivió una breve transición democrática hasta el golpe de Estado de 2021. Desde entonces, el ejército combate a grupos étnicos armados y a milicias civiles organizadas.
La represión ha sido brutal: violaciones, niños incinerados, miles de muertos y más de 2 millones de desplazados internos. Las minorías étnicas, como los rohingyas, siguen siendo víctimas de una limpieza sistemática que ha sido calificada como genocidio por múltiples organismos internacionales.
El país es conocido por ser rico en jade, gemas, petróleo y gas natural. Además, comparte fronteras con China, India, Laos, Bangladesh y Tailandia.
Haití: la crisis sin fin
Aunque no se trata de una guerra formal, Haití vive una crisis multidimensional. El colapso institucional, la violencia de bandas armadas y la pobreza extrema han convertido al país en un caso crítico de Estado fallido en el continente americano.
Las pandillas controlan barrios enteros de la capital y la violencia sexual ha aumentado. Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), en Haití 1,2 millones de menores viven bajo una amenaza constante de la violencia armada.
El reclutamiento de los niños por parte de grupos armados ha aumentado un 70%; y la violencia sexual contra menores un 1000%, “Casi igual de asombrosa es la escasa cobertura que ha recibido esta espantosa estadística. Y así, si los números han perdido significado, quizá cuenten los niños que viven este horror”, comentó James Elder, portavoz de la agencia.
La situación en este país ha provocado que miles de personas intenten migrar a EE.UU. o República Dominicana. A pesar de los llamados internacionales, la respuesta global ha sido lenta y fragmentada.
Estos cinco conflictos muestran que la violencia sostenida no necesita grandes titulares para seguir destruyendo vidas. La falta de cobertura mediática no equivale a menor gravedad. Más bien, refleja las jerarquías de atención del sistema internacional.
Informarse, compartir, presionar a organismos multilaterales o apoyar a organizaciones humanitarias son pequeñas acciones con gran valor. El mundo no puede darse el lujo de mirar a otro lado.