En cuestión de días, la retórica de la Casa Blanca convirtió la “guerra contra las drogas” en algo mucho más cercano a una guerra abierta en América Latina.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que su administración comenzará “muy pronto” ataques por tierra en territorio venezolano contra supuestos narcoterroristas. Asegurando que Washington ya conoce “las rutas” y “dónde viven los malos”.
Al mismo tiempo, lanzó una advertencia directa a Colombia “He oído que Colombia está fabricando cocaína… cualquiera que haga eso y la venda en nuestro país está sujeto a ser atacado”.
En paralelo, medios rusos y europeos confirman que Rusia ha comenzado a evacuar a sus ciudadanos desde Venezuela mediante vuelos especiales.
Una señal que muchos analistas leen como un movimiento de protección preventiva… y un posible distanciamiento de Vladimir Putin respecto al régimen de Nicolás Maduro.
De los barcos al territorio, así se gestó la escalada de Estados Unidos
El anuncio de ataques terrestres no aparece en el vacío. Desde el 1 de septiembre de 2025, Estados Unidos lleva a cabo una campaña de ataques aéreos contra embarcaciones en el Caribe y el Pacífico. Presentada como un esfuerzo para destruir rutas de narcotráfico desde Venezuela y otros países.
Según un recuento de medios como AP, hasta mediados de noviembre se habían realizado 21 ataques contra 22 embarcaciones, con un saldo de al menos 83 muertos y dos sobrevivientes capturados.
La operación se enmarca en una misión anunciada inicialmente por la Marina estadounidense como un despliegue de tecnología no tripulada para vigilar el tráfico ilícito.
Bajo Trump se ha transformado en un programa de ataques letales contra supuestos narcoterroristas vinculados al Tren de Aragua en Venezuela o al ELN colombiano. Todo esto, sin que Washington haya presentado pruebas públicas detalladas.
Las dudas sobre la legalidad se multiplicaron después de que revelaciones de prensa apuntaran a un segundo ataque contra supervivientes de una lancha previamente bombardeada.
Expertos en derecho internacional advierten que los golpes carecen de base legal sólida y que extenderlos al territorio venezolano sería “abiertamente incompatible” con el derecho internacional y con las propias leyes estadounidenses sobre el uso de la fuerza.
“Sabemos dónde viven los malos”, el anuncio de ataques terrestres en Venezuela
La señal más clara de que la Casa Blanca se prepara para cruzar una línea roja llegó en una reunión de gabinete en Washington, seguida de una rueda de prensa el 2 de diciembre de 2025.
Según medios como CBS y The Guardian, Trump afirmó que Estados Unidos comenzará “muy pronto” ataques por tierra contra “narcotraficantes” en Venezuela, después de asegurar que ya han reducido en un 85 % el tráfico por mar gracias a los bombardeos a lanchas.
En esa misma reunión, el presidente declaró que: “Sabemos exactamente cómo traen las drogas, conocemos las rutas, sabemos dónde viven los malos”. Sus palabras se apoyan en otro movimiento clave:
- La decisión de designar al Cartel de los Soles (que Washington vincula directamente a Nicolás Maduro y altos mandos militares venezolanos) como organización terrorista extranjera.
Decisión que abre la puerta legal, al menos desde la óptica de la administración Trump, para atacar “infraestructura y activos” dentro de Venezuela.
Caracas ha respondido calificando la política estadounidense como una “amenaza colonialista”, denunciando la reciente declaración unilateral de Trump de que el espacio aéreo venezolano está “cerrado en su totalidad”.
Colombia en la mira: “He oído que Colombia está fabricando cocaína”
En la misma comparecencia, Trump decidió ampliar el mapa del enemigo.
Entre respuestas a periodistas, el presidente aseguró que su gobierno ya no se centra solo en Venezuela, sino en cualquier país que, según él, produzca droga para el mercado estadounidense. Al hablar de cocaína, apuntó directamente a Colombia.
“He oído que Colombia está fabricando cocaína… El país de Colombia está haciendo cocaína. Tienen fábricas de cocaína y luego nos venden la cocaína. (…) Cualquiera que esté haciendo eso y vendiéndola en nuestro país está sujeto a ser atacado”.
El mensaje encaja con el tono de otras declaraciones recientes, en las que Trump ha dicho que estaría “orgulloso” de “volar” laboratorios de cocaína en Colombia como parte de su cruzada antidrogas.
La respuesta de Gustavo Petro no tardó. El presidente colombiano recordó que su gobierno ha destruido más de 10.000 laboratorios de cocaína y miles de centros de producción en los últimos años.
Calificando las amenazas de Washington como una afrenta directa a la soberanía colombiana, advirtiendo que un ataque en territorio nacional “equivaldría a una declaración de guerra”. Las tensiones se suman a un contexto ya envenenado por:
- La descertificación de Colombia en la lucha antidrogas por parte de Washington.
- La revocación de la visa de Petro y acusaciones de Trump que lo describen, sin pruebas, como “líder del narcotráfico”.
En términos regionales, la idea de que Estados Unidos pueda lanzar ataques preventivos contra laboratorios o infraestructuras en un país aliado reabre viejas heridas sobre intervencionismo y “guerra contra las drogas” como excusa para operaciones militares unilaterales.
¿Rusia abandona a Maduro? Lo que sabemos sobre la evacuación de ciudadanos rusos
En medio de esta escalada, empezaron a circular versiones sobre una orden rusa de evacuar a sus ciudadanos de Venezuela. ¿Es real? La información verificable apunta a lo siguiente:
- La Asociación de Turoperadores de Rusia (ATORUS) ha confirmado que se ha puesto en marcha un plan de evacuación mediante vuelos especiales para sacar de Venezuela a ciudadanos rusos.
- En particular, turistas en la isla de Margarita y también algunos trabajadores y personal vinculado a proyectos comerciales.
- Medios como La Derecha Diario, La Voce di New York, Newsmax y el propio mapa en vivo Liveuamap recogen la misma información.
Se preparan vuelos de repatriación coordinados por ATORUS, en respuesta al cierre de facto del espacio aéreo venezolano anunciado por Trump y al despliegue de buques de guerra estadounidenses en el Caribe.
Hasta ahora, el Kremlin no ha publicado un decreto público de evacuación general, pero el hecho de que ATORUS y medios afines lo anuncien y organicen los vuelos indica que, como mínimo, Moscú ve un riesgo real de conflicto armado en territorio venezolano.
Esa señal encaja con una tendencia más amplia:
- Rusia mantiene cooperación militar y energética con Venezuela, pero también ha dejado claro que no tiene obligación de defender militarmente a Maduro en caso de ataque estadounidense.
- La prioridad de Moscú, en un contexto de guerra en Ucrania y tensiones globales, parece ser evitar quedar atrapada en un conflicto directo con Washington en el Caribe, incluso si eso implica reducir su presencia humana en Venezuela.
En otras palabras, sí, hay una evacuación organizada de ciudadanos rusos, confirmada por operadores turísticos y medios; pero es, por ahora, selectiva y preventiva, no una retirada masiva oficial anunciada por el Ministerio de Exteriores.
Legalidad, soberanía y el riesgo de una guerra regional
Mientras Trump promete ataques terrestres y amenaza a países productores, juristas y organismos internacionales lanzan advertencias cada vez más claras.
Expertos consultados por centros como Just Security, universidades estadounidenses y ex funcionarios del Departamento de Estado coinciden en que los ataques marítimos ya vulneran el derecho internacional, al no existir un mandato del Consejo de Seguridad de la ONU, ni un ataque previo que legitime la “defensa propia” en términos jurídicos estrictos.
Esa misma lógica se aplicaría con más fuerza a operaciones terrestres dentro de Venezuela, especialmente si se atacan “activos” ligados al Estado venezolano bajo el argumento de que Maduro dirige un cartel.
La designación del Cartel de los Soles como organización terrorista y la narrativa de “narcoterrorismo” parecen dirigidas precisamente a fabricar una base legal para esos ataques. Acción que amplía la lógica que Estados Unidos usó contra Al Qaeda o el ISIS.
Una guerra “contra las drogas” que puede arrasar con mucho más que laboratorios
El anuncio de ataques terrestres en Venezuela y las amenazas abiertas a Colombia marcan un punto de inflexión inquietante.
Bajo el lenguaje de “proteger a los estadounidenses de las drogas” se empieza a perfilar una doctrina de ataques preventivos contra países enteros. Basado en acusaciones unilaterales y en un concepto elástico de “narcoterrorismo”.
La evacuación parcial de ciudadanos rusos, el cierre de facto del espacio aéreo venezolano anunciado por Trump, el despliegue de buques y tropas en el Caribe, y la escalada verbal con Colombia forman parte del mismo cuadro.
América Latina se convierte de nuevo en tablero de poder para una guerra que ya deja muertos en el mar y que ahora podría trasladarse a tierra firme. Quedan preguntas que ningún comunicado ha respondido:
- ¿Quién verifica que los objetivos atacados son realmente narcoterroristas y no pescadores, campesinos o comunidades enteras?
- ¿Qué mecanismos de rendición de cuentas existen para las familias de las víctimas de los bombardeos ya realizados?
- ¿Hasta qué punto puede un gobierno declarar que “cualquier país que fabrique drogas y las venda en nuestro país está sujeto a ser atacado” sin dinamitar las bases mismas del derecho internacional?
En nombre de salvar vidas estadounidenses, la Casa Blanca se acerca peligrosamente a decisiones que podrían cobrar miles de vidas latinoamericanas, destruir infraestructuras civiles y desatar conflictos de largo plazo.
La cuestión ahora es si la región está a punto de repetir ese patrón, solo que esta vez con bombas cayendo sobre suelo venezolano… o si la presión diplomática y el rechazo regional lograrán frenar una escalada que muchos ya ven como el prólogo de algo peor.