La familia Kennedy confirmó el fallecimiento de Joan Bennett Kennedy a los 89 años en su residencia de Boston. Pianista, autora y figura pública durante más de seis décadas. Joan fue una presencia constante (y muchas veces silenciosa), dentro del clan político más influyente de Estados Unidos.
Su vida estuvo marcada por el glamour de “Camelot”, los desafíos personales y una búsqueda constante de equilibrio entre la exposición pública y su propia identidad.
Joan Bennett: El adiós a una figura histórica del clan Kennedy
La noticia fue confirmada el martes 8 de octubre de 2025 por fuentes cercanas a la familia. Joan Kennedy fue la primera esposa del senador Edward “Ted” Kennedy, con quien estuvo casada 22 años. Su muerte representa el fin de una era dentro de la familia que moldeó buena parte de la historia política estadounidense del siglo XX.
Durante las décadas de 1960 y 1970, Joan fue una de las caras más visibles de la dinastía, acompañando a su esposo en eventos públicos y campañas. A pesar de la presión mediática, siempre mantuvo un perfil elegante y discreto, símbolo de una generación que vivió el poder desde las sombras.
Educación y sensibilidad artística: La otra faceta de Joan
Nacida en Bronxville, Nueva York, en 1936, Joan Bennett se graduó en el Manhattanville College of the Sacred Heart y destacó desde joven por su talento musical. Fue formada como pianista clásica, ofreció recitales benéficos y más tarde publicó el libro The Joy of Classical Music, donde exploró la música como una vía de sanación emocional.
Su pasión por las artes la convirtió en una de las figuras más cultas y refinadas de la élite política estadounidense, manteniendo un fuerte interés por la educación y las causas humanitarias.
Una vida marcada por el amor, el escándalo y la pérdida
Joan se casó con Ted Kennedy en 1958, convirtiéndose en parte del clan que definió la política estadounidense de la posguerra. Sin embargo, su vida familiar se vio afectada por infidelidades, tragedias y presión mediática.
El accidente de Chappaquiddick en 1969, en el que murió una colaboradora de su esposo, marcó un punto de quiebre en el matrimonio y en la imagen pública de los Kennedy. A estas tensiones se sumaron las muertes de John F. Kennedy y Robert Kennedy, tragedias que hundieron al clan en una constante exposición al dolor.
En los años 80, Joan hizo pública su batalla contra el alcoholismo y la depresión, un gesto inusual en su tiempo. Pasó por varios procesos de rehabilitación y perdió temporalmente la tutela de su patrimonio, aunque siempre contó con el apoyo de sus hijos. Esa sinceridad ante la adversidad la convirtió en un símbolo de vulnerabilidad y resiliencia femenina, en un entorno político dominado por la imagen perfecta.
Últimos años y legado
Tras su divorcio en 1983, Joan vivió una vida más reservada en Boston, alejada de los medios, pero cercana a sus hijos: Edward Jr., Patrick y Kara Kennedy (esta última fallecida en 2011). A lo largo de los años, fue recordada como una mujer graciosa, culta y profundamente humana, que enfrentó sus batallas personales con dignidad.
Su muerte deja atrás no solo la historia de una exesposa de un senador, sino la de una mujer que sobrevivió al mito de Camelot y que, pese a los escándalos, mantuvo intacta su humanidad.