Conocidos como tribu Bajau, frecuentemente citados en español como “Bajar”, estos “nómadas del mar” han vivido por siglos anclados al litoral y a las lagunas de Filipinas, Malasia y el este de Indonesia. Su habilidad para bucear a gran profundidad y aguantar varios minutos bajo el agua les permitió pescar con arpón y construir una cultura íntimamente ligada al océano.
Hoy, la ciencia explica parte de ese “superpoder” mientras el mundo admira su resiliencia, compromiso con la tradición y adaptación.
Tribu Bajau ¿Dónde viven y cómo es su vida junto al mar?
Los Sama-Bajau habitan el archipiélago de Sulu (sur de Filipinas), la costa de Sabah (Borneo, Malasia) y zonas del este de Indonesia. Tradicionalmente alternaron barcazas “lepa-lepa” con aldeas sobre pilotes en bajíos y manglares, desplazándose según la pesca y las estaciones. En la última década, muchas familias enfrentan desposesión y desalojos en parques marinos de Sabah, y la precariedad de la apatridia (falta de papeles), lo que dificulta acceso a salud y educación.
Origen: Un pueblo austronesio del Sudeste Asiático
Los Bajau forman parte del mosaico austronesio marítimo. Su nombre agrupa diversos subgrupos (Sama, Bajau Laut, Bajo), con lenguas de la familia Sama-Bajaw y trayectorias históricas que los llevaron a poblar islotes, atolones y costas del Mar de Célebes y el Mar de Sulu. Aunque hay debate sobre su procedencia exacta, los registros los documentan navegando estas aguas desde al menos el siglo XVI.
¿Cómo pueden bucear por tanto tiempo? Lo que dice la ciencia (y lo que no)
En 2018, un estudio en Cell comparó a los Bajau con poblaciones vecinas y halló bazos (bazo) hasta 50% más grande, ligado a variantes bajo selección natural en el gen PDE10A (regulación hormonal que influiría en el tamaño del bazo) y señales en BDKRB2 (reflejo de inmersión). Un bazo mayor actúa como “reserva” de glóbulos rojos oxigenados y ayuda a prolongar la apnea.
Reportajes citan inmersiones de hasta 70 metros y casos excepcionales de más de 10 minutos en apnea, logros favorecidos también por entrenamiento desde la niñez, pesos atados a la cintura y gafas de madera. Es importante recalcar que las cifras extraordinarias no representan a toda la comunidad, quienes en promedios (observados en etnografías) suelen moverse en 3–10 minutos y 15–30 minutos.
Un detalle poco conocido es que algunos Bajau perforan el tímpano para reducir dolor por la presión barométrica al descender repetidamente, aunque con los años esto merma la audición. Es una práctica documentada, pero no universal.
Pesca, comunidad y admiración global
La destreza Bajau sostiene pesquerías artesanales (peces de arrecife, pulpos, pepinos de mar) y rituales de comunidad en torno al agua. Su vida ha inspirado documentales de la BBC y crónicas de grandes medios como National Geographic, elevando el interés por conservar tanto sus saberes marítimos como los ecosistemas donde han vivido durante generaciones.
Sin embargo, la admiración convive con desafíos contemporáneos como restricciones en áreas protegidas, sobrepesca, expulsiones y turismo desregulado. Defender su cultura exige reconocer su ciudadanía, asegurar medios de vida sostenibles y co-gestionar las áreas marinas con las propias comunidades.
Entre el mito y el derecho a seguir siendo “del mar”
La historia Bajau nos recuerda que el océano también es hogar. La ciencia ayuda a entender su capacidad de buceo; la cultura, su relación afectiva y económica con el agua. Admirarlos no debe reducirse a exotismo, implica garantizar derechos, participación en decisiones costeras y conservar los mares que les han dado identidad.
Si las políticas públicas y la cooperación internacional logran ese equilibrio, los Bajau, o “Bajar”, como a veces se les nombra, podrán seguir viviendo a orillas del mar, buceando no por supervivencia, sino por tradición y futuro.