Imagina acercarte a un helecho o una seta y escuchar melodías suaves que surgen de su actividad interior, recientemente, un grupo científicos en Reino unido transformaron los impulsos eléctricos de hongos y plantas en música.
Lo que en principio suena casi mágico tiene una base real en la ciencia moderna.

Científicos hacen plantas musicales: Del impulso invisible al sonido audible
El concepto se basa en una técnica llamada sonificación biológica donde se captan microvariaciones de voltaje. Esto, como resultado de procesos de fotosíntesis, movimiento del agua o cambios fisiológicos que después se convierten en notas audibles mediante amplificación, procesamiento de señales y mapeo hacia escalas musicales.
En la comunidad científica este concepto fue descubierto años atrás. Saber que las plantas tienen variaciones eléctricas (como seres vivos) permitió que se desarrollaran dispositivos como PlantWave, que permiten escuchar las variaciones en tiempo real. Sin embargo, este anuncio implica un avance de automatización innovadora.
Los científicos de Manchester en Reino Unido consiguieron que las plantas y hongos hicieran música en tiempo real a través de brazos biónicos, mediante un sistema que convierte las señales bioeléctricas en notas musicales. Logrando así que las plantas, por sí mismas, toquen y hagan música.
¿Qué mostraron los videos? Hongos y plantas haciendo música
El experimento aplicó sensores a hongos y plantas para recoger sus señales eléctricas. Las oscilaciones eléctricas generaron melodías o secuencias musicales, interpretadas mediante brazos biónicos. Los científicos presentes calificaron la acción de “revolucionaria”, señalando que estas “voces silenciosas” pueden acercarnos a una nueva percepción de la naturaleza.
Lo esencialmente simbólico
Lo más hermoso de esta práctica es su capacidad de despertar asombro y empatía. Escuchar “la música de una planta” nos recuerda que la naturaleza no es muda. Pero es importante separar poesía de ciencia.
La música resultante depende en gran medida del software tecnológico. Podría asignarse cualquier escala, instrumento o ritmo a las señales. Eso significa que lo que “escuchamos” no es una comunicación consciente de la planta, sino una interpretación humana de datos bioeléctricos. Como advierten voces críticas, la “música” no prueba que las plantas sienten ni expresan emociones, sino que sus procesos internos son complejos y eléctricos.
¿Qué aporta más allá de la novedad?
Un puente entre ciencia y arte. Convierte datos invisibles en experiencias sensoriales palpables. Además, incentiva la exploración de tecnologías biofeedback, dispositivos de monitoreo ecológico y nuevas formas de conexión con lo vivo.
Asimismo, genera conciencia, si escuchamos “la música interna” de un árbol o una planta, se vuelve más difícil ignorar su valor ecológico.