En un mundo dominado por Estados Unidos, China y nuevos bloques emergentes, América Latina se encuentra en una encrucijada histórica. Con recursos estratégicos, juventud conectada y riqueza cultural, la región puede perder su oportunidad o convertirse en protagonista del siglo XXI.
Mientras se habla de guerras comerciales, tensiones en el Pacífico y la nueva ruta de la seda, América Latina se está reconfigurando. Con un PIB que crecerá cerca del 2.5 % en 2025, impulsado por exportaciones agrícolas y minería, la región no se limita a las estadísticas: vive tensiones reales.
¿Puede dejar de ser un producto de dinámicas globales y convertirse en actor con agenda propia?
La guerra comercial entre gigantes y su efecto en América Latina.
Estados Unidos sigue siendo un socio clave, pero con un enfoque cada vez más proteccionista. Por otro lado, China ha reforzado acuerdos con Latinoamérica: créditos por €8,250 M, líneas de financiamiento para energía e infraestructura, y comercio que superó los $500,000 millones de acuerdo a un reporte de la cepal en los primeros tres trimestres de 2025. Países como Perú y Colombia intensifican relaciones: el comercio bilateral creció un 11.7 % ($21.000 millones).
Recursos estratégicos y sostenibilidad
Latinoamérica controla más del 50 % de las reservas globales de litio, clave para tecnología verde. También lidera en energías limpias: el 60 % de su electricidad proviene de fuentes renovables, el doble que el promedio mundial. El reto: transformar materias primas en productos de alto valor local, no solo exportarlos.

Inestabilidad política como freno para Latinoamérica
Uno de los mayores obstáculos para que Latinoamérica se convierta en un jugador protagónico del nuevo orden mundial es su persistente inestabilidad política.
A lo largo de las últimas décadas, los países de la región han atravesado por ciclos repetitivos de polarización, escándalos de corrupción, populismo, protestas sociales y crisis institucionales. Todo esto mina la confianza de los inversores, debilita los marcos jurídicos y dificulta la implementación de políticas sostenidas a largo plazo.

En 2024 y 2025, por ejemplo, Argentina enfrentó nuevas tensiones por ajustes fiscales, Perú continuó bajo un escenario de sucesivas crisis de gobernabilidad, y Ecuador vivió una oleada de violencia vinculada al narcotráfico que afectó su imagen internacional. En Centroamérica, la consolidación de gobiernos autoritarios como el de Nicaragua o el creciente poder presidencialista en El Salvador también han generado preocupaciones sobre el estado de derecho.
Los cambios frecuentes de administración, sumados a la escasa continuidad en planes de desarrollo y la débil independencia de los poderes judiciales, han dejado a muchos países atrapados en un ciclo donde cada gobierno “reinicia” el modelo, sin permitir madurar estrategias de transformación productiva, tecnológica o educativa.
Además, la creciente desafección de la ciudadanía hacia los partidos tradicionales ha dado lugar a la emergencia de liderazgos disruptivos, algunos innovadores y necesarios, pero otros marcadamente personalistas o carentes de preparación técnica. Este fenómeno ha traído consigo más incertidumbre, con planes de gobierno poco claros o volátiles, lo cual también aleja capital y desacelera el desarrollo.
Juventud y tecnología: ventaja estratégica
Latinoamérica se prepara como actor digital: más de 330.000 personas capacitadas en cloud solo en Chile y México gracias al primer centro de datos de Microsoft en la región.

Además, países como Argentina, Colombia, Uruguay, Costa Rica y Ecuador están emergiendo como potencias en IA, gracias a su infraestructura y talento humano.
La voz global y las alianzas del Sur
La IV Cumbre China-CELAC en mayo 2025 marcó un hito con programas de desarrollo e intercambios —incluida la exención de visados— entre 20 países latinoamericanos y China. También, vínculos con el mundo árabe traen inversiones e infraestructura energética.
Retos y oportunidades: ¿quién gana y quién pierde?
Retos:
- Diferencias macroeconómicas: crecimiento de 2.5 % en Suramérica vs. solo 1.0 % en Centroamérica y México.
- Menor inversión directa post-pandemia (–12 %).
Oportunidades:
- El comercio con Europa avanza tras nuevos aranceles.
- Los emergentes se consolidan como alternativas ante tensiones con EE.UU.
¿Puede América Latina pasar de ser una pieza en el tablero a un jugador clave? Tiene juventud, recursos y cooperación estratégica. Pero necesita instituciones sólidas, integración real y visión para agregar valor a sus exportaciones e invertir en innovación. El nuevo orden mundial no espera: será el momento de actuar.