Mientras la mirada del mundo está cautivada por la tecnología, el petróleo y la inteligencia artificial, existe un recurso que se agota de manera silenciosa: el agua. ¿Es esta la verdadera guerra del siglo XXI?
El agua: el recurso natural que podríamos perder
Aunque estamos acostumbrados a tener el líquido vital al alcance de nuestras manos, lo cierto es que, en la actualidad, varios países están siendo afectados por la escasez del mismo.
Según la Organización Mundial de la Salud (ONU), cerca de 2.000 millones de personas ya sufren de estrés hídrico, es decir, la disminución de la cantidad y la calidad de agua dulce.
La mala gestión, la sobreexplotación y la contaminación del agua, son algunos de los factores que inciden en este fenómeno, que para 2024 aumentará de manera drástica de acuerdo con información de la ONU.
Un ejemplo claro de esto son las ciudades grandes de Sao Paulo, Chennai y Ciudad del Cabo donde existen alertas rojas, ya que el agua disponible para el consumo humano se está agotando.
La privatización del agua y sus cuestionamientos
Actualmente, existen grandes interrogantes sobre la privatización del agua. Esto se debe principalmente al acceso total de extracción y distribución que tienen las empresas multinacionales.
Sus actividades, si bien es cierto, sirven para beneficio del consumidor, paralelamente convierte al líquido vital en un negocio sujeto a la oferta y demanda.
En países como Chile y Bolivia, varias comunidades han protestado sobre la pérdida del control de sus fuentes de agua, liberando así cuestionamientos como: ¿Debe tener precio el agua?, o ¿Debe ser un derecho garantizado por el Estado?
Esta tensión se mantiene en países de América Latina, África y Asia, provocando fricciones sociales y políticas.
Cambio climático: un enemigo silencioso
Las sequías, el descongelamiento de glaciares y los patrones de lluvias alterados, son parte de las consecuencias del calentamiento global, un enemigo que trabaja en silencio pero que se hace escuchar.
Estos eventos se han registrado incluso en regiones tradicionalmente húmedas, afectando el clima y las condiciones favorables que se necesitan para la agricultura.
De acuerdo con información de la Food and Agriculture Organization (FAO), la agricultura, actividad que asegura la producción de alimentos para el consumo de la población, ocupa el 70% del agua dulce del planeta.
Una seguridad que se encuentra vulnerable frente a las sequías extremas.
Los conflictos por el agua
El agua se ha convertido silenciosamente en una herramienta de poder, de negociación e incluso de amenaza diplomática.
Los conflictos armados y tensiones geopolíticas donde el agua es un factor clave ya existen, Etiopía, Egipto y Sudán, por ejemplo, son países que en la actualidad se disputan por la presa del Gran Renacimiento sobre el río Nilo.
En Asia Central, los acuerdos históricos entre países se han visto afectados por el deshielo, mientras que en Estados Unidos existen impases interestatales por el uso agrícola y urbano del río Colorado.

¿Existe una solución?
Esta es la pregunta del millón, y la respuesta es sí, existen posibles soluciones, de hecho países como Singapur han puesto el ejemplo, implementado sistema de reciclaje de agua de alta tecnología.
En cuanto a la eficiencia hídrica por ahora Israel lidera el ranking. Cada vez son más las ciudades que adoptan políticas de solución ante esta problemática mediante captación de agua de lluvia, reducción de fugas y reuso industrial.

Los jóvenes también se han convertido en activistas reconocidos que presionan a la creación de nuevas políticas hídricas, creando sensores de riego con precisión y apps que ayudan a monitorear el consumo, que se entregan a las comunidades rurales.