En los últimos años, un fenómeno sociocultural ha tomado fuerza entre los millennials, hablamos del ‘pet parenting‘, una nueva tendencia que va mucho más allá del simple amor de las personas por los animales.
Para millones de jóvenes adultos en el mundo, las mascotas no son solo compañía, sino hijos de cuatro patas que ocupan un lugar prioritario dentro de su estructura familiar.

¿Qué es el Pet Parenting?
El término ‘pet parenting’ se refiere al acto de criar y cuidar a una mascota con el mismo nivel de compromiso y afecto que se tendría con un hijo humano, es decir, atiende no solo necesidades físicas sino también emocionales y cognitivas.
No se trata solo de alimentación y salud, conlleva también educación emocional, estilo de vida, entretenimiento y desarrollo personal del animal.

Millennials y mascotas: una relación generacional
De acuerdo con múltiples estudios, los millennials tienen menos hijos que generaciones anteriores, en muchos casos de hecho, han postergado o renunciado completamente a la posibilidad de paternidad.
Esta decisión recurrente en los jóvenes es debido a factores como la precariedad económica, la incertidumbre global y una visión diferente (a la tradicional) sobre la autorrealización personal.
En este contexto, las mascotas han llenado un espacio emocional y afectivo que antes solía estar reservado de manera exclusiva a los hijos.

La industria detrás del pet parenting
La consolidación del pet parenting ha revolucionado también la industria de productos y servicios para mascotas, esto gracias a la evolución de su vínculo emocional con sus dueños, quienes buscar darles toda comodidad según su estilo de vida.
Desde spas, guarderías, restaurantes y hoteles pet friendly, hasta seguros médicos, ropa de diseñador y celebraciones de cumpleaños, el mercado se ha expandido de forma notable.
Según Grand View Research, el mercado global de mascotas superó los $261 mil millones de dólares en 2022 y sigue creciendo.

Implicaciones sociales y emocionales
El vínculo con las mascotas no solo es económico. Estudios en psicología y neurociencia han demostrado que cuidar de un animal puede reducir el estrés, combatir la soledad, aumentar la empatía y generar sentido de propósito.
Al mismo tiempo, también existen riesgos como la dependencia emocional, los gastos excesivos y conflictos en relaciones interpersonales cuando las prioridades se centran en la mascota.

Las mascotas como hijos: ¿Estamos humanizando demasiado a los animales?
Existe un debate ético sobre el pet parenting. Algunos expertos cuestionan que, al vestir, mimar y proteger a las mascotas realmente se están proyectando necesidades humanas en seres que no comparten nuestros códigos emocionales.
Muchos incluso aseguran que los jóvenes prefieren cuidar mascotas por mayor libertad, ya que, si bien es cierto, requieren de cuidados y atención, no implica una responsabilidad tan grande como la crianza de un niño.
Otros en cambio, consideran que este vínculo emocional es positivo y que «Nadie tiene la autoridad moral suficiente para discutir el tipo de afecto que le brinda uno a otro ser vivo.», según palabras del Doctor. Juan Enrique Romero.

Mascotas en el hogar
Ahora sabemos que el Pet Parenting no es una moda pasajera, sino una expresión de los cambios culturales y emocionales de una generación que ha redefinido lo que significa cuidar, amar y formar una familia.
Mientras este fenómeno siga creciendo, también lo hará la necesidad de comprender sus impactos individuales y sociales. El desafío, por lo tanto, está en encontrar un equilibrio entre amor, cuidado y respeto por su naturaleza.